"Strange Effect" Pt. II

Resultado de imagen para Colleen corby

Cuando llegamos al edificio donde se encontraba mi departamento, ayudé con una de las cajas, entramos y tomamos el ascensor de aspecto antiguo; mi nuevo hogar se encontraba en uno de los más antiguos edificios de la ciudad, datando desde épocas victorianas y siendo restaurado a principios de los años ’60.
Mientras íbamos en el ascensor no dejamos de mirarnos. Caminamos hasta la puerta de mi departamento y entramos con cuidado para no tirar nada de lo que contenían las cajas; pusimos ambas en sobre una mesa que estaba cerca de la sala y él comenzó a echar un vistazo por todo el lugar.

-Vaya… es encantador- dijo con cierto asombro
-Eso suena a que no esperabas encontrar algo así ¿dudas de mi buen gusto?
-No lo habría hecho de no haber conocido a los chicos con los que has salido- respondió sonriente y presumido causándome fuertes risas.
-Bueno, son etapas… éramos jóvenes- respondí acercándome a él.
-Hay ciertas cosas que los jóvenes no pueden conseguir…
-¿Quieres una bebida?- ofrecí
-Me encantaría- contestó.
Caminé hacia el mini bar y pude ver cómo observaba la avenida trasera por uno de los ventanales.
-Las nubes tiene un color rojizo muy bonito… ¿qué hora es?
-Las siete ¿por qué?- me detuve cuando estaba por servir las bebidas.
-Lo había olvidado- dijo cambiando de semblante y caminando hacia a mí
-¿Qué cosa?
-Me ofrecí muy amablemente a enviar un telegrama a la familia de Brian en horario puntual.
-¿A qué hora?
-A las siete- contestó un poco preocupado –Tengo la vaga esperanza de  haberlo dejado en el auto…
-¿Vamos?

Ambos salimos a toda prisa a su auto para buscar por todos los rincones posibles aquel telegrama, sin tener éxito. Nos recargamos en la cajuela y él continuaba abstraído, intentando recordar dónde lo había dejado.

-Maldición- recordó
-¿Qué?
-Lo dejé en casa… sobre el escritorio de mi biblioteca…
-¿Tienes una biblioteca?- pregunté ignorando lo demás
-Tengo muchas cosas- respondió sonriente
-Bien, no se diga más…- caminé hacia la puerta de copiloto
-¿Qué cosa…?
-Vamos a tu casa- respondí sonriente y él no lo pensó.

Ahora íbamos camino a casa de George con el propósito de encontrar un telegrama que posiblemente no sería enviado, al menos no esa noche con nosotros dos juntos.
Si bien tenía intenciones de ayudarlo, también tenía una gran curiosidad por conocer su casa, cómo era, dónde estaba y así conocer la intimidad de aquel misterioso y galante hombre.
Al llegar abrió la cochera, estacionó el auto y cerró la misma con un pequeño control remoto.

-Ni Batman se da esos lujos- dije bromista.
-Vamos…- me cedió el paso y si la casa era bonita y elegante por fuera, por dentro lo era aún más.
No era una casa de grandes dimensiones, pero era una casa adecuada para él, con los espacios requeridos y el aspecto más sobrio que se pudiera imaginar.
Nos dirigimos hacia la pequeña biblioteca que tenía en esa elegante casa y tomó el telegrama, abrió otros sobres para cerciorarse de que todo estuviera en orden y me descubrió viendo algunas de las fotografías que tenía en aquella habitación acogedora; la vista daba a su patio trasero y grandes ventanas daban la iluminación necesaria al lugar.


-Demonios- expresé mientras observaba realmente absorta una de sus fotografías.
-¿Qué pasa?- se acercó curioso hasta donde estaba sólo para detenerse a mirar la misma foto que había captado mi atención.
-George… éste… ¿eres tú?- pregunté sin quitar la vista ni un segundo del retrato.
-Sí. Es un retrato que me hicieron durante mi estancia en el servicio militar: ese era uno de los uniformes que debíamos portar.
-Wow… ¿qué edad tenías?
-Creo que ni siquiera cumplía los veinte… lamento mi imprecisión pero entenderás que fue hace muchos años. Pero… ¿por qué pareces tan sorprendida? No te molestará saber que serví a la milicia británica ¿o sí?
-No George, eso ya lo sabía… y pienso que es una fortuna que nunca hayas tenido que entrar en combate… es sólo que…
-¿Qué?- intentaba encontrar mi mirada
-Yo… jamás pensé que tú pudieras verte más atractivo- solté de golpe provocándole las más divertidas carcajadas.
-Me habías preocupado, niña.
-¡Es en serio! George, luces tan… jodidamente atractivo. Exijo que me regales esa foto.
-No lo creo…
-Vamos…
-Déjame entender… ¿Es que ahora no te dan más ganas de observarme? ¿Preferirás observar todo el tiempo un viejo retrato mío?- apoyó su codo en el borde donde se encontraban las fotografías y rompió su distancia conmigo.
-Desde luego que no… pero… es hermosa…
-Me has hecho sentir viejo
-Tú mismo acabas de llamarme “niña”, la culpa no ha sido toda mía… ¿o sí?- pregunté nuevamente de forma coqueta, jugando con los botones de su playera tipo polo.
-¿Quieres una bebida?
-Por favor…-
Me invitó una de sus mejores botellas de vino, escuchamos a Otis Redding y la noche fluyó amenamente entre charlas de diversos temas y la preparación de bocadillos, cortesía del mismo Martin.
Para mí era como vivir un sueño adolescente en el que te encuentras con un verdadero caballero al que sorpresivamente has inspirado casi por mera suerte, llevándote a una velada de ensueño. Sin embargo, no me conformaría sólo con eso.
-Entonces… dices que tu percepción sobre mí cambió con el paso del tiempo…
-Así es
-¿Quisieras explicarme?
-María, cuando te conocí…- me miró y soltó una risa traviesa –Espero que no te molestes, pero al verte ahí, con los chicos supe que no sería sencillo…
-¿A qué te refieres?
-Tenías… ¿21? Ellos eran igual de jóvenes que tú, eran demasiado revoltosos y un poco locos
-¿Un poco?
-Bastante locos- agregó riendo –Y tú tenías esa cara adorable y ojos brillantes llenos de curiosidad. Pensé que tal vez estarías preguntando en todo momento para qué sirve “esto o aquello”- contaba riendo y yo me reí junto con él.
-Entonces fue eso…
-Sí, además tenías pinta de ser muy inquieta y vaya que lo eras.
-¿Por qué al principio no me dirigías la palabra? Sólo me saludabas y ya. Brian a veces platicaba conmigo por aquel entonces, pero tú pasabas de mí.
-Honestamente no creí que tuviéramos algo de qué charlar dado a que eras amiga de los chicos y yo sólo el productor.
-¿No te agradaba?
-Ya te dije que nunca me desagradaste, al contrario, me parecías una niña adorable que podía ser más consciente, sensata y tranquila que todos ellos; me causaba cierta alegría tu visita a los estudios porque siempre has tenido una sonrisa contagiosa. Cuando sabía que llegabas no me provocaba nada, pero al verte sonreír le hacías a más de uno, olvidar que tenía un mal día.
-Eso es lindo viniendo de ti
-La linda eras tú, en cierta forma me gustaba tenerte ahí haciendo travesuras con los demás. Me parecías una jovencita encantadora.
-O sea que ya no lo soy- fingí indignación.
-Claro que lo eres… sólo que…- bajó un poco la mirada y se sonrojó –Cuando comenzaste a crecer, en todos los aspectos, yo… ya no te veía de la misma forma y me sentía un poco culpable.
-¿Por qué?
-Por muchas cosas… es decir, como un hombre que gusta de las mujeres, comencé a notar lo atractiva que eres físicamente y, cuando comenzamos a conocernos un poco más, supe que tenías el vigor de la juventud sesentera. Es por ello que te digo que no eres menos interesante.
-Creí por mucho tiempo que te era indiferente… es decir, sabía que te agradaba por ser buenos conocidos, pero jamás pensé que tú tuvieras ese concepto sobre mí.
-Intenté ser siempre lo más discreto posible en cuanto a ti. Sabía que me tenías confianza y no pensaba aprovecharme de eso y quise respetarlo siempre, tanto como a ti. Además de ser, como dices, buenos conocidos.-

Ambos estábamos sentados en su cómodo sofá, muy cerca el uno del otro, jugando con las copas y observándonos con detenimiento y apreciación.

-Vaya…-expresé pensativa –nunca lo noté, sólo ese día en el que fuiste a cenar a mi casa…
-Te sorprenderías…-respondió riendo
-¿Por qué?
-Recuerdo exactamente el día en el que admití, para mí mismo- contaba riendo- que me resultabas indudablemente atractiva.
-¿De verdad?- pregunté
-Sí, fue en el ’66. Recuerdo que por esas fechas estabas en constante movimiento entre USA e Inglaterra por cuestiones laborales, ya sabes, reportajes y esas cosas; tus ausencias eran constantes por lo cual, cuando se me notificó que habías visitado los estudios, me entusiasmó.
Ese día yo estaba trabajando en una canción de los Kinks: “Strange effect”; ellos la habían grabado en Estados Unidos pero el resultado final no les agradó, por eso recurrieron a mí.
-Excelente idea- comenté
-Según mi memoria, entraste a la cabina con plena confianza pensando que los Beatles estarían ahí, pero no era así… lo cual te provocó un fuerte sonrojo.
-¡Sí! Lo recuerdo… quedé como estúpida- dije riendo y sonrojándome al recordarlo. – Pero afortunadamente no lo tomaron mal.
-No tenía consciencia de lo popular que eras entre las grandes bandas y personalidades del momento, hasta ese día que les vi a todos saludarte efusivamente y abordándote de inmediato; yo sólo observaba de lejos y cuando me viste te dirigiste hacia mí, abriéndote paso entre los demás.
-Encontrarme contigo siempre era emocionante para mí… pero ¿qué pasó realmente ese día tan ordinario para que cambiara tu forma de verme?
-El volver a verte. Tenía mucho tiempo de no hacerlo y seguía pensando que me encontraría con una joven inquieta… pero fue lo contrario. Primero, lo que mencioné, que ya eras una persona conocida y respetada en la industria mediática, y lo demás vino cuando te observé con detenimiento: lucías distinta, más madura. Entonces caminaste hacia a mí llevando tu cabello largo y suelto, una minifalda y tus botas “a go-gó”.
-Esas botas deberían considerarse patrimonio cultural de la humanidad- bromee
-Y las minifaldas- agregó riendo –Entonces me sonreíste, me saludaste como nunca antes: besando mis mejillas y con un amable abrazo.
-George… no tienes ni idea de lo mucho que tuve que armarme de valor para lograrlo.
-¿Por qué?
-¿En serio lo preguntas? Por tratarse de ti…- Él sonrió.
-Volviendo al tema… ambos caminamos a la cabina de control donde permanecimos hasta el fondo viendo a los chicos trabajar. Así mientras ellos cantaban, tú estabas recargada sobre una mesa, observándolos con atención y moviendo ligeramente tu cuerpo al ritmo de la música; mientras tanto, yo te observaba de pies a cabeza con detenimiento mientras escuchaba “You’ve got strange effect on me and I like it” y lo disfrutaba tanto porque, aunque el “extraño efecto” de la canción abordaba a algo distinto, era algo que estabas provocando en mí. Fue cuando supe que las cosas cambiarían y tenía que comportarme aún más, como un caballero contigo.
-Eso explica por qué en aquel entonces escuchabas tanto esa canción- respondí sonriente -¡Y jamás imaginé que se debía a mí!... Dios, esto es asombroso.
-¿Y qué hay de ti?- preguntó sacándome de la fascinación -¿No hay algo que quieras decirme o contarme?- preguntó sonriendo coquetamente. Yo me acomodé sobre mis rodillas y me acerqué más a él para clavar mi mirada en la suya.
-George… no me digas que no lo sabes
-Por favor…- pidió acariciando mi mejilla.
-George, a decir verdad las cosas contigo fueron totalmente diferentes, el “crush” fue casi instantáneo, pero obviamente me sentía intimidada por tu imagen tan pulcra y madura. Incluso cuando comencé a madurar lo tenía como algo imposible; estar cerca de ti me hacía sentir nerviosa, incluso muchas veces pensé que podías percatarte de cómo me era difícil dejar de verte. Pero me gustaba sentir esa adrenalina y siempre significó para mí un placer el estar cerca de ti.
-Admito que en ocasiones notaba tus nervios, pero pensaba que se debía a que eres un poco tímida a veces. Ahora que me confiesas la razón… me siento halagado.
-Jamás creí que el sentimiento fuera recíproco… hasta esa noche que me acompañaste a casa y rompimos toda distancia, nos sinceramos sin palabras y creí que al final sucedería lo que por mucho tiempo esperé pero… no fue así.- conté sin observarlo.
-Lo lamento y sé que posiblemente te hice pensar cosas que no eran ciertas.
-Pensé que tal vez yo había llevado todo a ese punto…
-María… ambos somos adultos y fui voluntariamente hasta tu casa, no fue algo que iniciaras tú.
-¿Por qué…?
-Si me detuve fue porque… estabas terminando una relación y no quería que mi genuina cortesía y actitud servicial se mal interpretaran con una acción propia del “hacer cosas buenas que parecen malas”
-¿De qué hablas?
-No quería parecer un sujeto que te abordaba al saber que terminabas tu relación y mucho menos un hombre que se aprovecha de la vulnerabilidad emocional de una mujer en tales ocasiones.- Aclaró tan serio como pudo.
-George… jamás pensaría eso de ti, créeme que eres uno de los pocos hombres con los que no tengo temores.
-No soy perfecto, María…
-Lo sé- dije pensando en Judy y el rumor de su “affair”
-Y… también hubo otra razón que me detuvo…
-¿Cuál?
-Bueno… yo… honestamente me plantee la idea, de lo absurdo que era en ese momento creer que una chica tan joven y guapa como tú podría…
-¿Es… en serio George?- pregunté asombrada -¿Cómo demonios es que tú llegaste siquiera a plantearte esa pregunta? ¡Es totalmente absurdo!
-Para un hombre que te sabía asediada por los músicos más populares y “galanes” del momento, créeme que no- decía sonriendo y terminando su copa de vino.
-Pero George…- me levanté abruptamente -¡Se trata de ti! ¡Mi más grande Crush!- grité y él soltó unas risitas divertidas por mi reacción.
-Te recuerdo que en ese momento no lo sabía
-¿Pero es que no me viste dispuesta a…? A…- no pude concluir -¿No notaste mi interés?
-Sí, pero pensé que era por el alcohol- él seguía inventando justificaciones desde la comodidad de su lugar mientras yo caminaba como león enjaulado frente a él.
-Arruinaste una excelente oportunidad- le reclamé
-¿No dicen que hay tres? Esos son errores que pueden remediarse, María- contestó seguro de sí mismo y yo me quedé en silencio, observando su vanidad y coquetería.
-¿Sabes qué? Tienes razón…- tomé confianza y caminé hasta él, sentándome sobre sus piernas, pasando uno de mis brazos sobre sus hombros para abrazarme a su cuello ligeramente. Él estaba un poco perplejo y sonrojado.
-¿Qué intentas…?
-Shhhh- coloqué mi índice sobre sus labios para posteriormente acercarme con cautela hasta sus labios, acariciando delicadamente su rostro.
Dicho beso fue lento y apasionado, conmigo abrazada a su cuello y él tomándome por la cintura, acercándome con fuerza a su cuerpo cuanto le fuera posible.
-María…- apenas pudo decir mi nombre –Sería para mí un placer el tenerte en mi casa lo que resta de la noche.- decía con una voz suave y baja.
-Acepto encantada- y volví a besarlo.
-¿No rompe tus planes?- preguntó divertido
-Mi único plan es quebrantar toda regla en tu casa… incluida tu caballerosidad.- respondí clavando mi mirada en la suya haciendo que ladeara una sonrisa.
-María… tú puedes hacer de mí lo que desees…
-¿Y tú que deseas?
-A ti.- fue breve. Observó mi cuerpo completamente, yo usaba un vestido “mini” con un patrón floral en color amarillo opaco.
-¿Te gusta?- pregunté sonriente
-Me encanta- respondió observando mis piernas, hasta devolverme la mirada –Pero me encantaría aún más deshacerme de él.
-¿Y qué te detiene?-

Ahora él me besaba de una manera diferente, devorando mis labios y acariciando mis piernas, mis muslos y yo ya desabotonaba el cuello de su playera como señal irrefutable de que era hora de concluir aquel asunto que dejamos pendiente tras varios años.
Su teléfono sonó pero me levanté a prisa para desconectarlo, no estaba dispuesta a ser interrumpida por absolutamente nadie. Él entre risas se acercó por detrás y lo siguiente que hizo fue cargarme como los recién casados lo hacen; ambos reímos y así me llevó hasta su habitación. En el breve camino nos besábamos y no ocultábamos la alegría y satisfacción que nos causaba.
Me recostó sobre su cama y comenzó a desabotonar mi vestido con sumo cuidado y, conforme iba descubriendo mi cuerpo se sonrojaba más y más mientras lo apreciaba. Se detuvo un momento y mirándome a los ojos preguntó.

-¿En serio no te molesta que un hombre de mi edad…?
-No lo arruines, además, me encanta la diferencia de edades y por favor… no te pongas psicoanalítico- ambos reímos y optó por besarme una vez más.

Una vez despojada de mi vestido suspiró y me besó nuevamente, recorriendo con el dulce tacto de sus labios mi cuerpo; entonces a manera de broma comencé a cantar “Strange effect” y él rió junto conmigo. Me levanté y me senté en sus piernas quedando frente a frente.

-Creo que sería más apropiado si también me pongo cómodo- dijo sonriente ya que era la única de los dos que se encontraba en prendas íntimas.
-Espera un poco… sólo quisiera disfrutarlo un momento más- dije mirándolo con fascinación mientras mi cabeza cumplía una extraña fantasía de tener al elegante George Martín con su outfit pulcro a mi completa merced.
Entonces comencé a deshacerme de su playera, su reloj, sus calcetas y al último su pantalón; para ello tenía mejores planes, así estando en cuclillas,  él me observaba cómodamente sentado en su cama conmigo frente a él, a la altura de sus rodillas. Lo único que hice fue sonreírle, él acarició y mi rostro y me encontré con su “masculinidad”.

-María…- apenas suspiró. Tomaba mi cabello y acariciaba mi rostro mientras su otra mano se aferraba al filo de la cama. Cuando volví a mirarlo él estaba totalmente sonrojado, tomó mi mano y me ayudó a levantarme; nos besamos profundamente y me recostó sobre su cama.
Volvió a besar todo mi cuerpo. Todo. Lentamente avanzaba cuidando que toda mi piel se erizara por igual hasta encontrarse con la divina flor de sus deseos para devorarla y elevar nuestros sentidos a otro nivel.
Cuando estuvimos recostados frente a frente me dijo que deseaba enseñarme “la importancia de la paciencia” y besó las palmas de mis manos, mi frente, mi cuello y mis labios; nos fundimos en un cálido abrazo donde nuestras pieles ardían por el fervor de nuestra sangre corriendo velozmente por debajo de ellas. El temblor de nuestros cuerpos y la evidencia de la excitación.
Y en efecto, tal y como había dicho: había cosas que los jóvenes no podían dar. Y esa noche lo descubrí, no quería irme jamás de ahí.
Descubrí  la fascinación que sentía por mi cuerpo al no dejar de acariciarlo, pero también me miraba con plena dulzura; por mi parte me enfocaba en zonas de mi interés y no desaproveché la oportunidad de morder tenuemente sus labios. Me encantaba su sonrojo por ser diferente a otros debido a la ocasión.

-¿Sigues pensando que me disgusta tu edad?- pregunté divertida
-Admito que me equivoqué.
-Sé que te gusto… por ser joven
-Me gustas por ser tú, María. Freda es dos años más joven que tú y mi interés nunca ha sido el mismo.
-Ahora me siento vieja
-Pues así me encantas- volvió a besarme y continuamos con los juegos previos que comenzaban a tener mayor intensidad y rompían más barreras en cuanto a contacto se refiere.
-Estoy lista- le dije, pues no quería demorar más.
-De acuerdo- él pretendió acomodarse de tal manera en que su cuerpo estuviera sobre él mío pero lo detuve.
-Así no es cómo funcionan las cosas, George…- reí y él hizo una mueca de confusión.

Toqué su pecho para recostarlo, él estaba cómodo y sonrió ampliamente cuando leyó mis intenciones.

-Espero no herir tu vanidad…
-En absoluto, estoy encantado. Te he dicho que los jóvenes no pueden ofrecer algunas cosas.
-Pero hay otras que sí… y te lo voy a demostrar.- completé con absoluta coquetería y él soltó unas risitas.

Con mi cuerpo sobre el suyo dimos inicio a lo que se convertiría en una noche maratónica de liberación al deseo reprimido y era maravilloso; él fue honesto cuando me dijo que podía “hacer con él lo que deseara” y en mi vida había experimentado algo similar.
Escucharlo disfrutar, sentir sus manos tomándome con fuerza y presionando algunas parte de mi cuerpo, fueron el plus para que ambos no quisiéramos perder ni un poco el tiempo que teníamos. Me deleitaba con su vaivén y él con mi “vigor juvenil”; le encantaba posar sus manos en mi cintura cuando me encontraba sobre su cuerpo y yo me tomaba del respaldo de su cama y de vez en cuando lo veía disfrutando de mi cuerpo o bien, cerrando un poco los ojos mientras su boca estaba entreabierta.
Finalmente nuestros cuerpos expulsaron cuanta energía pudieron y liberaron toda tensión sexual entre ambos, terminando con un par de personas agitadas. Compartimos un abrazo profundo y prolongado, él besaba mis hombros y clavículas mientras yo me enfocaba en su cuello y sus mejillas. Permanecimos así por tiempo indefinido pero necesitábamos un poco más de oxígeno.

-Espera…- murmuré
-¿Te estoy…?
-No, sólo quiero… ¿te molestaría… quedarte sólo un momento más… ahí?
-¿En…? Oh… entiendo, entiendo- contestó en voz baja, besando mis mejillas y abrazándome de nuevo y yo disfrutaba cuánto podía de su cuerpo y su pálida piel.

Decidimos recostarnos y permanecer frente a frente, perdiéndonos en el idilio del momento y nuestras miradas. George acariciaba mi rostro y yo peiné un poco su rubia cabellera haciéndolo sonreír. Me recargué en su pecho y suspiré, él acariciaba mi cabello y besó mi coronilla.

-Algo tuve que haber hecho bien para merecer esto- dijo de la nada
-¿Hacer grandes a los Beatles te parece poco?- y ambos reímos –George, no es gran ciencia ni cosa del karma: ambos nos gustamos y es todo.
-No quiero que la noche se terminé…
-Eso derivaría en ti y en mí siendo eternos- lo miré
-Entonces seámoslo- respondió sonriente para hacerme volver a su pecho.

La noche concluyó con ambos dormidos en su cama, cayendo en un profundo sueño producto del vino y la pasión, cubriéndonos con las ligeras sábanas.
Esa noche olvidamos a los Beatles, su ruptura, el telegrama y todo lo demás, nos avocamos a disfrutarnos y mi emoción era tan enorme que sólo pudo expresarse en la limitada sonrisa de mis labios al sentir mi cuerpo ser rodeado por los brazos de George Martin, el hombre que más había deseado en mi vida. Aquel pulcro caballero había cedido ante sus instintos y se había vulnerado frente a mí.
Nada podía perturbar la maravilla del suceso, ni siquiera el hecho de no saber qué pasaría al despertar, sólo tenía la certeza de que era una chica con suerte que viviría el resto de sus días con gran satisfacción.






***
Lo prometido es deuda.
Esta segunda parte habría sido subida más temprano de no ser porque cierto sujetillo estaba ocupando la "lap" y por otras cuestiones.
Miss Roquet, aquí tiene su regalo, te dije que valdría la pena esperar; tal y como lo pediste se dieron como si estuvieran en piñatas jajajaja.
Hay que mencionar que la diferencia de edades entre María y George Martin era de 17 años (cosa de nada); también que al parecer en ese retrato del joven Martin, se especula tenía entre 18 o 19 años y pienso que desde entonces lucía excesivamente atractivo.
La parte donde María le pide a Martin que "permanezca un momento más ahí", estuvo inspirada en una de las líneas de Eva Green en la película "Dreamers", la cual se da después de uno de los encuentros íntimos que su personaje tiene con el personaje de Michael Pitt. 
Espero no haber defraudado y que mi fugaz paso por el blog cumpliera su objetivo de entretener, divertir y enloquecer jajaja.
Mis labor ha concluído Miss Roquet, ojalá esto aliviane tu día de primer encuentro con padres de familia jajaja.
Nos vemos en la próxima (si la hay xd)

Comentarios

  1. ASO PUTA MADRE JAJAJAJAJAJAJA WEEEEEEY qué chingona mini historia, los detalles, carajo... ¡Todo! Me gustó mucho la manera en que ambos dejaron de ser por un momento tan "bien portados" y se dieron hasta para llevar, como cómo era merecido. Nunca había visto esa foto de Martin de chavito pero naaaaaah mms estaba súper hot desde el pinches día uno el cabrón 😍😍😍😍🌊🌊🌊🌊🌊🌊.

    María en atrevida porque el don estaba medio renuente, aunque después ni se acordó de la caballerosidad en la etapa "chescos" jajajajaja (you know a qué parte de la historia me refiero).

    Hacia el final del relato se vuelve a repetir la historia y por un momento pensé "esta pendeja culera falta que salga con que solo fue un sueño o una mamada así" pero no, al parecer solo se te fue JAJAJAJAJAJAJAJA perdón por putearte en mi mente 🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣.


    Muchas gracias Miss F por este regalo chingón que ayuda a mis rutinas de anciana en una semana en la que he estado a punto de morir chingo de veces y de las maneras más pendejas.

    Espero con ansias que haya una "próxima" muy pronto (ahoraquierolahistoriaFloydbitch) jajajajajajaja. Forever Gracias ❤️✨

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"Natural Affair" Pt. I

Abbey road... #65O