Let it be...#583

Octubre. De nuevo otoño, hojas naranja cayendo de los árboles, secas, frágiles y melancólicas; los fuertes vientos anunciaban gélidos abrazos al soplar y las calles Londinenses se vestían de colores cálidos; el sol brillaba como diamante y los atardeceres incitaban suspiros de armonía, cansancio o alivio.

Los pasos crujían por las hojas en el suelo; las calabazas y las brujas, el púrpura, el negro y el anaranjado vestían los aparadores, algunas casas, patios y plazas. Épocas festivas... festividades adoptadas. Era octubre, de nuevo otoño, lo reitero porque para algunos, los días, los meses, el tiempo se volvían una insoportable e insulsa monotonía, aquel cuarteto del que mi cuarteto (mis amigas y yo) se había separado casi por relevo, se encontraba en la cuerda floja; el desinterés, las discusiones y las inconformidades y vacíos personales perjudicaban el futuro de la banda, unos estaban más preocupados que otros, los chicos pasaban más ratos a solas y lejos los unos de los otros, que era ya bastante común encontrarlos existiendo en cualquier lugar del mundo, como unos comunes y mortales individuos. Sofía, Delilah y yo estábamos ya trabajando de lleno en la revista con Kate, quien se habría convertido en una más de nuestro pequeño grupo y eso se sentía como antes, con mis amigas, quiero decir; la oficina estaba cerca de bastantes comercios, por aquellas fechas teníamos vacaciones puesto que el primer número de la revista había salido ya y se logró un éxito nacional impensado, nuestros modelos fueron Jean Shrimpton y Colin Blunstone. En aquel día de aquel octubre, Sofía fue a cobrar su cheque ya que anteriormente no había podido hacerlo, le gustaba caminar por aquella avenida elegante y sobria, tan inglesa como podían ser las principales avenidas de Inglaterra; Sofi gustaba del Mocaccino que se vendía por el lugar y en vista de que tenía bastante tiempo libre decidió entrar, y como a cualquiera en aquella estación del año le sucedía, las puertas de la cafetería se azotaron por el aire que soplaba de improvisto; llamando la atención de algunas personas, entró cohibida al lugar, sacudiendo su abrigo, acomodando su cabello y suspirando para dar caso omiso a las miradas curiosas. Hizo su pedido, esperaba su vaso para llevar mientras el choque de las cucharas y las tazas con los platos llenaban el lugar, además tarareaba aquella melodía que conocía bastante bien: “Blackbird” de nuestro “adorado” cuarteto; la paz que la música y los sonidos casi perceptibles del entorno creaban, iba bastante bien con el clima y luz cálida del atardecer. Recibió su vaso, pagó y tal y como si la canción le indicase que algo estaba pasando ahí, miró hacia un costado (estando casi por irse) y la sorpresa de mirar esa cara conocida, tan solitaria y aturdida en aquel café poco habitado, la hizo detenerse; dubitativa regresó la vista hacia aquella mesa con un solo ocupante: un distraído y desaliñado Paul MCcartney...

Creo que está demás mencionarlo, pero da igual: el capítulo va dedicado a mi hija, quien esperó mucho tiempo porque esto sucediera, que comenzara Let it be xD.

Doris: sí Delilah y María andaban en sus ondas ya que están sin compromisos x)

Joan: Jajajaja "nalga suelta" eso me dio muchísima risa.

He subido cuatro capítulos a Honey Pie, ya publicaré más seguido ahí ahora sí jaja.

Disculpen que sólo haya sido un capítulo el de hoy pero creo que así se disfruta más esta escena... además uno de mis hermanos está acostado en mi cama y algo hay en eso, que ronden cuando estoy escribiendo y publicando para que ya sienta invadida mi privacidad y no me den ganas de continuar. Ojalá les guste el capítulo y les traiga ciertas memorias.