Abbey Road...#629
-Cuando
yo era más joven y nada famosa- contaba entre risas –era una ferviente fan de
la banda y siempre fuiste mi favorito. Tenía tus posters, memorizaba las
canciones que cantabas y cuando tuve la oportunidad en este mundo de
“celebridades” pensaba en que quizá algún día podríamos vernos, pero cuando te
casaste y tuviste hijos deseché la posibilidad y me obligué a olvidar el
asunto. Jamás creí que la vida me daría este regalo...
-¿Es
en serio?
-Sí.
Cuando nos encontramos en aquella fiesta creí que todo quedaría en ese bonito
encuentro pero, afortunadamente no fue así. No digas tonterías sobre “hombres a
mi altura”, tú eres perfecto para mí y no podría estar más feliz por compartir
mi vida contigo.
-Vaya…
no puedo creerlo. Gracias Kate, por ser tan linda conmigo y mejorar mi vida,
desde que estamos juntos me siento completo y motivado.
-Te
amo Ringo
-Te
amo más Kate.- volvieron a besarse y ambos sentían las lágrimas conmovidas de
Kate, Ringo secó sus mejillas y se enfundaron en un tierno abrazo para dormir
así.
En
Londres el clima no era tan malo, era sábado y me encontraba un poco sola y
aburrida, David estaba en una sesión de grabación y recordé la invitación que
George me había hecho sobre ir a visitarlo, principalmente mi intención era
hablar con Astrid que en días recientes se mostraba extraña y distante, así que
después de pensarlo tanto me propuse ir a verlos.
Al
no tener deseos por conducir tomé un taxi y al llegar a casa de Harrison llamé
por el interfón.
-¿Quién
es?
-Astrid,
hola, es María- saludé nerviosa y mordiendo mis uñas de vez en cuando.
-¡Oh!
¡Hola! Qué gusto que estés aquí, en seguida te abro.- La puerta no tardó ni dos
segundos en abrirse, caminé a través del patio de esa casa que me era tan
familiar y ahora estaba pintarrajeada gracias a Harrison y sus locuras. Al
llegar a la puerta de su casa escuché que alguien abría y uno de sus gatos
saltó a mis pies causándome un sobresalto, restregaba su pelaje contra mis
piernas y ronroneaba, yo estaba nerviosa y fastidiada además no sabía nada
sobre la conducta de los gatos, por lo tanto no sabía si eso era una muestra de
afecto o sólo tenía comezón.
-¡María!-
saludó sonriente la alemana
-Oh…
hola Astrid- contesté un poco distraída por observar al gato.
-Cierto,
que no te agradan los gatos. Vete de aquí, deja de molestarla- decía ella al
gato el cual, muy rebelde o confianzudo se echó en mis pies.
-Arthur,
quítate- le dije al gato y sólo así obedeció
-Creo
que te obedece más a ti- dijo entre risas, me abrazó y me invitó a pasar, de
fondo se escuchaba un poco de música, escuchaban un programa de la estación
para la que trabajaba, que al medio día transmitía un programa especial de
clásicos del Rock n’ roll. Justo cuando preguntaría si se encontraba sola en
casa, George salió de la cocina.
-María-
dijo con sorpresa –Qué gusto verte aquí, me alegra que al fin decidieras venir-
me saludaba sonriente y dándome un breve abrazo.
-Recordé
que a esta hora comes y quise aplicar la de Picasso- los tres reímos.
-Pues
lo dirás de broma pero llegas a tiempo, así que toma asiento.- me invitó
Astrid.
-No,
no, no… sólo era una broma, quería pasar a saludarlos un momento nada más.-
contesté avergonzada.
-Vamos,
yo creo que ya hay suficiente confianza como para que te retractes ahora.- me
dijo tomándome de la mano y llevándome al patio donde tenían una bonita mesa
con un toldo colgante muy bonito. El día estaba soleado y se prestaba para una
comida al exterior.
Astrid
y yo nos sentamos y George preparaba la comida.
-Deberían
probar un poco de ese jugo de arándanos- propuso George mientras se asomaba por
la puerta de la cocina que daba al patio y movía la comida que tenía en la
sartén que llevaba en la mano; llevaba un trapo al hombro como siempre hacía cuando
cocinaba. Lo observé ahora con más atención y vi que una barba abundante
comenzaba a hacer juego a ese horrible bigote solitario y ahora lucía mejor, su
cabello estaba más largo que hacía unos meses y afortunadamente ya no estaba
ondulado en las puntas.
Ató
su cabello en una coleta baja y vestía una camisa blanca con unos vaqueros
claros y unos converse blancos. Estaba sonriente y era agradable ver de nuevo
ese rostro amable y alegre en George.
Astrid
y yo tomamos el jugo que estaba frío y refrescó nuestras gargantas,
platicábamos un poco de todo: trabajo, viajes, ratos libres. George pronto puso
la comida sobre la mesa y nos atendió.
-Lechuga
como base ¿verdad?- decía al servir mi plato
-Claro…
-Y…
pan de ajo- dijo poniendo pequeños bocadillos de pan tostado, condimentado.
-No
lo has olvidado- dije sonriente y él sólo rió un poco. Posteriormente atendió a
Astrid, también sirviendo su plato tal y como ella prefería. Una vez comiendo
los tres intercambiamos comentarios sobre la situación de los Beatles, después
cambiamos el tema y hablamos sobre el excelente clima que hacía en Londres.
-¿Y
cómo va todo con David?- preguntó Astrid con normalidad, yo me sentí muy
incómoda por tocar ese tema frente a George y mientras Astrid atendía su vaso
vacío yo miré un segundo a George.
-hum…
bien, todo va muy bien a decir verdad, es un chico extraordinario, no lo
creerías si te lo cuento.- reí
-Pareces
feliz- decía ella conmovida
-Lo
estoy- me limité a contestar y al mirar de nuevo a George, él clavó la mirada
en su plato, fingiendo que se servía un poco más de comida e ignorando aquellos
comentarios. -¿Qué tal ustedes?- desvié el tema.
-Uh…
bien, muy bien también- contestó Astrid, un poco sonriente, George sólo ladeó
una sonrisa que parecía indicar que ella mentía, pero él no contestó nada. De
pronto una llamada llegó a la casa de Harrison, ambos voltearon como si les
hubieran llamado por su nombre, pero Astrid casi corrió para atender, George se
quedó mirándola y después se recargó en su asiento, suspirando, resignado por
algo.
-¿Está
todo bien?- pregunté preocupada por su semblante
-¿Crees
en el karma?- preguntó como “respuesta”, me extrañó aquella mención.
-No,
sabes que no.
-Bueno,
creo que ya era mi turno- se limitó a responder y no entendí qué quería decir
con eso.
Astrid
volvió a la mesa, sonrojada y muy inquieta, su entusiasmo se asomaba por sus
pómulos que hacían marco a una sonrisa inigualable.
-Vaya,
creo que arruinaré la visita, pero tengo que salir urgentemente a Alemania.
-¿Qué?-
preguntamos George y yo.
-Se
supone que saldrías en dos días- comenté
-Lo
sé, pero se me requiere ahora mismo, por eso se ha adelantado la salida. Esto
es importante para mí, espero que no se molesten.- yo sólo negué con un
movimiento y George se quedó observándola en silencio.
-Supongo
entonces que debo irme…
-No,
acompáñanos al aeropuerto, iré por mi maleta
-¿Ya
está hecha?- preguntó George
-Sí,
quería tener todo listo desde antes- contestó ella despreocupada, yo no me
creía lo que veía, mi única teoría me sorprendía bastante. ¿Astrid en un asunto
como ese?
-Te
ayudo a levantar esto- le dije a George quien comenzó a levantar los platos de
la mesa. Ambos estábamos en silencio en la cocina, yo lo miraba de vez en
cuando y él lucía un semblante un poco triste mientras lavaba los trastes.
Astrid había vuelto al fin y había cambiado su vestido y peinado su cabello;
George secó sus manos, salió para encender el auto y yo ayudé a Astrid con sus maletas.
Nos
dirigimos hasta el aeropuerto y nos despedimos de Astrid, ella sólo le dio un
abrazo a George y cuando se despidió de mí, me dio un abrazo fuerte.
-María…-intentó
decir algo, pero al mirarme a los ojos y notar mi confusión, se quedó callada arrepintiéndose
de lo que sea que estuviera por decirme.
-¿Qué
pasa?
-No
es nada, será después. Hasta luego- se despidió y la vimos abordar su avión,
George comenzó a caminar y lo acompañé en silencio.
-¿Te
llevo a algún lado?- preguntó al llegar a su auto.
-¿Te
molestaría llevarme al apartamento de Sofía? Quedamos de vernos para platicar sobre
un asunto importante, según ella.
-Claro,
sube.- ambos subimos, abrochamos nuestros cinturones de seguridad y puso en
marcha el auto.
El
camino era acompañado por un imperante silencio, encendió la radio al notar mi
incomodidad y coincidentemente comenzó “While my guitar gently weeps”, quiso
cambiar la estación pero lo detuve, le dije que disfrutaba mucho de esa canción
y él sólo asintió para después apartar su mirada de mí y continuar manejando.
Él
parecía incómodo por algo que no era la canción, para mí era de nuevo algo
surreal ir escuchando una canción suya estando justo a su lado, además recordé
que esa canción la escribió pensando en mí, después de nuestra separación.
A
mitad del camino él bajó el volumen de la música, estábamos esperando que la
luz de un semáforo en rojo cambiara, sentí que me miró y lo miré.
-María…-
parecía indeciso –Creo que ya lo has notado…
-¿Te
refieres a Astrid?
-Sí.
-¿Qué
pasa, George?
-Ella…
está viendo a Alguien en Alemania.- el semáforo cambió y yo me quedé en shock
al confirmar mi teoría pero… ¿Astrid? No podía creerlo. Si bien no habían
formalizado su relación llamándola “noviazgo”, ambos tenían algo que parecía
estable.
-¿Le
diste algún motivo para…?
-No
María, ninguno, he dejado de hacer estupideces desde hace mucho tiempo.
-¿Y
si se trata de Jürgen o Klaus?- pregunté intentando salvar la situación.
-No,
no se trata de ellos, una vez contesté una de esas llamadas y no reconocí la voz.
Cuando volvían a llamar y yo estaba cerca ella pedía que le llamara después,
siempre hablaban en voz baja y recibe correspondencia de allá.
-¿Has
leído alguna carta?
-No
tengo porqué meterme en sus asuntos.
-¿Y
cómo puedes asegurarlo?
-Una
ocasión Astrid atendía una de esas llamadas, yo estaba en la cocina y ella no
se percató… escuché todo, María- concluyó desilusionado, yo miré hacia el
frente y seguía sin comprender cómo es que Astrid había hecho algo así,
queriendo a George como lo quería.
-Ya
entiendo…
-¿Qué
cosa?
-El
karma- él sonrió y asintió. –Esas son tonterías George- dije un poco incrédula
por su pensamiento.
-Mira,
ambos sabíamos que sólo estábamos llenando un vacío de manera temporal y si
este chico la hace sentir feliz y plena, es bueno. No estoy molesto.
-Pero
sí triste
-Un
poco- cuando menos me di cuenta ya se estacionaba frente al edificio donde se
encontraba el apartamento de Sofía. Compartimos un silencio más y tomé su mano.
-Lo
lamento George, pero sé que estarás bien, has demostrado estar mejor en todo
aspecto y sé que tomarás esto con madurez. En caso de que necesites algo, sabes
que puedes llamarme.- dije amablemente
-No
puedo- contestó con una media sonrisa y yo fruncí el ceño.
-¿Por
qué no?
-No
tengo tu número, ¿recuerdas?- ambos reímos y saqué un post-it de mi bolso
además de un bolígrafo, anoté mi número y lo pegué en algún lado de su tablero.
-Gracias.
-Por
nada George- nos miramos unos instantes más. Vaya, era un sentimiento eléctrico
aquel que me recorría al encontrarme con esos eternos ojos marrón, tan místicos
y hermosos.
-Por
cierto, ¿recuerdas lo de mi búsqueda de una nueva casa?
-Oh
sí, ¿has encontrado algo?
-No
y pensaba acudir a ti- dijo riendo
-Bien,
llama a este número- dije dándole otro número en otro pedazo de papel –si te
preguntan quién recomendó la inmobiliaria, mencionas que es de mi parte o la de
Sofía, aunque cuando te vean creo que lo que menos importará será eso.- comenté
sonriendo.
-Muy
bien, muchas gracias, espero que me ayuden. Aprovecharé estos días en los que
Astrid no está para buscar con calma.
-¿Y
cuando ella vuelva que harás?
-Terminar
con esto y darle la oportunidad de ser feliz con alguien más- contestó
resignado, me sentía triste por su situación. Me acerqué para besar su mejilla,
se despidió y bajé del auto. Él se fue y yo subí al apartamento de mi prima.
-María,
hola- saludó Paul, quien atendió la puerta.
-Hola
Paul, ¿cómo estás?
-Muy
bien, feliz de verte. Pasa.-Entré y Sofía salía de las habitaciones, se acercó
para saludarme y ofrecerme un poco de agua.
-¿Qué
te preocupa?- me preguntó mientras me daba el vaso
-¿De
qué?- pregunté confundida
-Tienes
un semblante medio raro
-Ah…
fui a visitar a Astrid y a George. Ella salió a Alemania de último momento.
-¿Otra
vez? Hace como dos semanas también fue- preguntó Paul
-Así
es- dije mirándolo y él interpreto mi expresión, asintió y supe que él también
sabía sobre ese asunto.
-Vaya
qué raro ¿Y George qué piensa?
-Está
un poco preocupado, pero creo que ambos encontrarán una solución muy pronto-
comenté para después beber agua. -¿Y bien? ¿Cuál ese asunto que querías
platicarme?
-Ah
sí…-Sofía parecía nerviosa, Paul le animó con un gesto y ella prosiguió.
-¿Recuerdas que pienso mudarme?
-Sí,
me lo has comentado ya…
-Bien.
Tengo intención de vender este apartamento para amueblar mi nuevo hogar o para
aprovechar ese dinero en algo como un nuevo auto. Quisiera saber qué opinas-
decía las cosas muy aprisa y yo no oculté mi sorpresa.
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| (María) |
Aquí yo subiendo capítulos ultra extensos, forzándome a continuar escribiendo y dejar la procrastinación atrás.
en el siguiente capítulo habrá otro breve flashback, a ver si les gusta o si recuerdan un poco pero no, no creo, no sé cómo espero que recuerden algo que publiqué hace años jajaja.
Por cierto, Michelle, respondí a tu comentario: no, no sé de fanfics de Pink Floyd, ya urge encontrar alguna historia de ellos jaja. Me animaría a hacer una pero apenas puedo con esto y tengo otros proyectos en mente.
Doris, sé que estás muriendo de ternura con Kate y Ringo y se entiende, sólo que con este capítulo pienso que te regocijarás con el asunto del pobre de George jaja.
¡Joan! qué bonito y qué gusto tenerte por acá de nuevo :3 me alegra que al fin te hayas puesto al corriente con la historia.
Pasen un buen domingo (¿Ya les dije que me cagan los domingos?) espero que su tarde no sea tan calurosa como la mía.


El karma es real, todo lo que haces bueno o malo el universo de encarga de devolver :3
ResponderEliminaro por lo menos yo si creo en eso jeje asi que a George ya le tocaba perder xD
Espero el siguiente capitulo ma :3
te amodoro!
Jajajajajaja efectivamente... No sabes cómo me reí en la parte en la que George le dice a María que la señorita arena para gatos tiene un amorío en Alemania xD pude sentir el sabor de su desilusión y me hizo reír mucho. Tómala por puto!
ResponderEliminarY pues bueno, espero que Maria no colapse con lo que le acaba de decir Sofía que el roto y jodido de Harrison no le llame a cada rato.
apenas comentando y leyendo, pero lo importante es que aquí estoy jajajaja
ResponderEliminarque barbara la Maria, creo que yo no podría llevar una relación tan amable con el hombre que amé y con su actual pareja, que incomodo jajaja pero es bonito saber que si se puede lograr :)
espero que pronto George deje a Astrid ¬¬ ya no me parece que le ponga los cuernos jajajaja
espero el próximo capítulo hija :) esto se está poniendo bueno!
te quieramo <3