Abbey Road... #639


Las tres restantes nos quedamos atónitas al ver a Montse tan bonita y tan feliz, yo sólo pensaba en una cosa: ojalá César no lo arruine.
Alice y Pam gritaron, la abrazaron y yo medio veía todo por una pequeña rendija de la puerta del baño porque me estaba cambiando, me sentía un poco estúpida pero me convencí de que todo aquello era por una buena causa. Por el amor hacia mi mejor amiga.
Todas hicimos nuestro escándalo al vernos ya arregladas, yo aproveché para tomar fotos mientras estábamos en el cuarto de Montse intentando no hacerla llorar; pronto “Jailhouse rock” comenzó a sonar y nosotras reímos porque recordamos que fue con una canción de Elvis, que nos cacharon bailando mientras sonaba la música en una rockola. Eran buenos aquellos días de escuela.
Pronto bajamos y la familia de Montse se conmovió y nos hicieron sentir como unas pequeñitas al tener la atención de todos, pues además de los McCurdy, también se encontraban los padres de Alice y Pam ahí, me daba un poco de vergüenza que mi familia no estuviera presente, estaba segura que habría sido la cereza en el pastel. Estar todos reunidos ahí como antes.
Todos nos tomaban fotos, especialmente a Montse, la hora se acercaba y todos salimos y al estar todas en el patio de los McCurdy, pedí que se nos tomara una foto ahí, en ese porche que también guardaba nuestras jóvenes memorias.
Suspiré profundamente porque caía en cuenta de que el tiempo no se detiene, por nada ni nadie y que irremediablemente, te toca crecer. Entonces las cosas no pueden ser como antes aunque quieras volver a los días de estúpida adolescencia, de sueños vagos, de los errores sabiendo que tienes un largo camino para remediarlos; esa inevitable separación de un grupo de amigos y las “nuevas vidas” de todos los integrantes y sólo queda abrazar lo que fue y esperar lo que viene, teniendo como base lo mejor de todo lo que caminaste atrás.
Montse subió al auto de sus padres y viajó con ellos y nosotras, las “Damas de honor”, viajamos en un auto aparte con un par de primos suyos, debíamos ir juntas. Pam y Alice me comentaban durante el trayecto al registro civil, que sus respectivas parejas llegarían a la fiesta; yo pensaba que sería incómodo estar con ese par y sus respectivos intereses amorosos.
Pronto llegamos, había muchos autos y mucha gente vestida acorde al evento al que se presentaban; familia de Montse a la que tenía años de no ver, nuevas amistades suyas y también, la familia y amistades de Jasso.
Al no querer una ceremonia religiosa, se llevaría un protocolo similar al de la entrada de la novia a la iglesia, pero en el registro. Todos los invitados entraron, tomaron sus asientos y yo ya había tomado algunas fotografías; poniendo entonces, al primo de Montse al tanto de cómo usar la cámara, le pedí que tomara algunas fotos cuando nuestro turno de entrar llegara.
Tres de la tarde en punto. Un lugar silencioso, decorado con algunas flores, lleno de familiares y amigos, a la espera de la unión matrimonial.
El momento llegó. La mamá de Montse entró para esperar junto con Jasso, ella caminó del brazo de su padre, pero antes, entraríamos nosotras con canastitas llenas de pétalos, que iríamos regando en el camino… me sentía estúpida de nueva cuenta.
La primera en nuestra breve hilera sería Pam, después iría Alice y al último yo; comenzamos a caminar y me repetí incontables veces (interiormente) que por ningún motivo debía comenzar a reírme; Pam y Alice comenzaron a tirar algunos pétalos y me fijé bien en la manera en que lo hacían porque yo siempre fui muy torpe haciendo muchas cosas. Caminábamos sintiéndonos observadas por todo mundo ahí hasta que llegamos a lo que simulaba el “altar”; una vez ahí mirábamos a Jasso con un peinado decente, sonriendo muy feliz al vernos teniendo ese pequeño gesto por ellos, y nosotras estábamos igual de contentas por estar todos reunidos en ese día tan especial.
Pronto entró Montse caminando junto con su padre en pasos bien sincronizados, hasta parecían haberlos ensayado previamente; ella sonreía ampliamente y los ojos de su madre dejaron escapar aquellas lágrimas que durante tanto tiempo reservó con cierto recelo. Le pedí al primo de Montse mi cámara y comencé con mi trabajo intentando que las emociones no me ganaran y arruinaran todo: desde mi maquillaje hasta las fotos.
Todos tomamos asiento y un tipo recitó un poema de amor (obviamente), según lo que tenía entendido, el primer poema que Jasso había dedicado a Montse desde nuestra adolescencia, para posteriormente, escuchar el discurso de Jasso.
-Montse, pequeña y gruñona Montse. Estos no son votos matrimoniales sino unas sinceras palabras de amor. He esperado un largo tiempo para llegar a este momento, y mientras esperaba  o más bien, soñaba con que sucediera, nuestros caminos se separaron dejándome con  la idea de que aquel deseo de estar, algún día a tu lado, se quedaría solamente en eso: un deseo.
Juntos crecimos, íbamos a escuelas de reglas similares y vivíamos en vecindarios convencionales, con una vida regular y encantadoras amigas en común. Recorrimos caminos y vimos paisajes, llegamos a Hamburgo y te besé, me rechazaste y volvimos a casa; nos perdimos la pista y de pronto yo estaba en Inglaterra, deambulando por sus lugares mientras tú conocías el mundo, la fama, el estrés y la música británica del momento.
Amé a una rubia y tú a un bajista zurdo… maldito sea que me robó tanto tiempo- la gente río un poco y yo sentía que Jasso debía callarse y apurarse con el asunto. –Hasta que de pronto y sin darnos cuenta lo nuestro sucedió, viajamos juntos a Canadá, nos olvidamos del pasado emocional tan tormentoso y empezamos de cero. Nos amamos ingenuamente y llegamos hasta este punto, este cuatro de mayo a las tres y tantos de la tarde para estar uno frente al otro con atuendos que pican y no nos dejan respirar, sólo para tomarte de las manos y preguntarte, Montse… ¿Aceptas ser mi esposa?- Las lágrimas brillaban en las mejillas de Montse.
Ella asintió…
-Sí, acepto- y todos comenzamos a aplaudir. Ellos se besaron y firmaron su acta matrimonial. Continué con las fotos y todos estábamos muy felices y conmovidos en aquel lugar.
Tomé una foto de la pareja con sus respectivas familias y otra exclusivamente con sus padres; después nosotras, corrimos a abrazarlos y felicitarlos, ahora eran oficialmente “recién casados”.
Pedí que nos tomaran una foto, la siempre emocional Pam estaba vuelta un mar de lágrimas.
-No te inhibas- se acercó Alice
-¿Qué?
-Sólo déjalo salir…
-No quieres ser la única de las dos mayores, llorando ¿cierto?- contesté riendo y ella también lo hizo.
-Sólo míralos, nuestros amigos se han casado.
-Hemos crecido tanto…- y sólo así pudimos llorar un poco. Volvimos a abrazarnos casi eternamente con la pareja de recién casados. Hablamos con los padres de Jasso que también estaban emocionados de vernos a todos juntos y pronto tuvimos que salir.
La gente esperaba afuera para lanzar el tradicional arroz, me adelanté, casi corriendo para lograr la mejor fotografía de cuando ellos salieran del lugar; todos comenzaron con los gritos, los aplausos y a lanzar el cereal que podía ser bastante incómodo si se te quedaba en la ropa. 
En una de las tomas me percaté de que no todo podía ser perfecto en el atuendo de César, pues éste llevaba puestos unos converse blancos, porque sólo él podía hacer ese tipo de cosas. Pronto llegaría el auto que llevaría a los ahora esposos, al salón donde se llevaría a cabo la fiesta, así que todos escuchamos el rugir de un gran motor y al girar, vimos que en la esquina doblaba una antigua camioneta Ford de un azul claro: era la “Iron Maiden”. Esa camioneta legendaria entre nosotros al ser la que nos transportó en nuestros días de “músicos”; todos reímos y la vimos muy bien cuidada y mejorada, no sabíamos cómo es que la había recuperado, teníamos entendido que Jasso la había vendido, pero afortunadamente, ahí estaba para el gran día.
Ambos subieron y sentía que reventaría por tantas emociones vividas de esa manera tan  eufórica y al mismo tiempo; todos seguimos a la “Iron Maiden” hasta el salón y como César, siempre sería César: conectó un par de grandes bocinas en la parte trasera de su camioneta para escuchar a alto volumen “Happy together” de The Turtles. Y sí, ahí iba una caravana siguiendo un par de autos con arreglos florales, escuchando uno de los mayores éxitos de dicha banda, que por aquel entonces y a dos años de su lanzamiento, aún era uno de esos tantos himnos que surgieron en la aclamada y dorada década de los sesenta que justamente, estaban a siete meses de terminar y después de eso, no sabíamos si algo podría ser igual o mejor.

No sé quiénes sean los de la foto pero podemos imaginar que son nuestros tortolitos jajaja. De acuerdo a lo que estoy escribiendo actualmente, estamos "ora sí" comenzando la recta final y yo espero que no salga un super "churrazo", como decimos jajaja. 
Gracias como siempre por sus comentarios y todo el asunto, espero que tengan un buen lunes, aunque entiendo que el día no se presta en nada a ser bueno xD.

Comentarios

  1. Ay qué tiernos!! Y la canción oh dios UN HIT jajaj

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  2. Que bonitos :D!!!
    Cuando comencé a leer este fic, nunca imagine que Montse y Jasso iban a terminar juntos jaja, claro aunque tampoco imagine que una tipa llamada Sofia iba a comenzar a aparecer y mucho menos que terminaría con Paul... la vida da tantas vueltas vdd ma :'3
    es lo mejor n.n


    te amodoro ma❤❤

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  3. Y yo apenas leyendo y comentando jajajaja perdón :(

    Que capítulo tan bonito hija me gustó mucho, lleno de nostalgia y todo eso ♡ me acordé de la "iron maiden" hija deberías subir los primeros capítulos pars volver a leerlos :') bueno ya jajaja

    Ya estamos entrando a la recta final D: eso me emociona jajajaja de hecho se me ocurrió algo pero no se si se pueda hacer luego te digo por whats mi ocurrencia jajaja

    Bueno hija nos estamos leyendo :) te quieramo muchote ♡

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  4. Pinche Jasso hasta que hace algo chingón el pendejo... Waaaaaaaa ese discurso es el más cool que he precenciado :'( estuvo súper cute :3

    Pd. También me gustó mucho la foto vintage de esos enamorados :3

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