Abbey Road...#642
Al
terminar la cena y el festejo salimos de casa de los futuros “Señor y Señora
Starkey” y nos fuimos a nuestros respectivos hogares, yo especialmente le di un
aventón a George hasta su actual casa, la cual dijo que vendería muy pronto,
así tuviera que dormir sobre cartones en su nuevo gran hogar.
-Será
raro ya no verte por aquí- dije mientras observábamos su casa desde afuera, al
estar estacionados.
-Ya
lo creo, fueron muchos años aquí, muchas historias... en unos días saldré de
este lugar.-él parecía un poco conmovido por la idea.
-Será
un gran paso, ya lo verás- le animé y él me miró con ternura.
-Gracias
por tu tiempo, María...
-Gracias
por la confianza George. Me resulta reconfortante saber que me tomas en cuenta
para este tipo de ocasiones... por cierto lamento de Astrid.
-Está
bien, recuerda que te dije que quería los mejor para ambos, fue la mejor
decisión que pudimos tomar.
-Supongo
que sí...
-Bien,
es momento de entrar- abrió la puerta de mi auto.
-George...-lo
detuve y él me miró
-¿Pasa
algo?
-Yo...
lamento mucho que estos últimos años nos distanciáramos tanto y... me
encantaría que conviviéramos más, ahora que las cosas están en calma.
-¿Convivir
más?
-Sí,
me disgusta un poco verte cada tres meses o algo así- le contesté riendo y él
me siguió.
-Ya
lo entiendo... desde luego, puedes buscarme cuando quieras.
-Genial...
-Genial...
-Hasta
luego George, descansa.
-Adiós
María- él bajó y me quedé hasta que entrara, encendí el motor y conduje hasta
mi casa. Esa misma noche me sentí como si las cosas estuvieran volviendo a su
lugar, es decir, mis amigos estaban bien entre ellos, esa noche no habían
discutido y parecía que realmente volveríamos a ser tan unidos como antes, de
todas maneras no quería precipitarme a pensar nada, sólo lo disfrutaría.
El
día siguiente estuvo ajetreado por la mañana, cosas por aquí, cosas por allá y
de pronto la hora del descanso llegó; volví a mi casa a las cinco de la tarde y
comí cualquier cosa, pensaba en lo que Kate me había comentado sobre ayudarla a
buscar sitios abiertos donde pudiera celebrar su boda sin ningún problema; me
había dado la lista de los invitados y era reducida, invitaría a los esenciales,
no intentaría quedar bien con nadie.
Twiggy
la ayudaría con la confección de su vestido y su imagen en general para el gran
día, ambas eran apoyadas por una Sharon Tate que era bastante cercana al grupo,
ella conocía a las personas indicadas para la planificación de bodas y nosotras
fungiríamos como las supervisoras.
Mía
Farrow también figuraba en la exclusiva lista.
Delilah
me había llamado para darme la eufórica noticia de que ella y John al fin
habían encontrado su nuevo hogar, parecía estar fascinada no sólo con la
infraestructura sino también con la ubicación y especialmente con el sencillo
hecho de ser su futuro nidito de amor. Ella enlistó un número de mueblerías
para visitarlas y elegir la mejor vestidura para sus interiores, también me preguntó
si Sofía la podría ayudar con el diseño y le dije (riendo) que si la veía a
diario, era momento ya de pedírselo. Resultaba que ambos compartirían sus vidas
en la vanidosa Tittenhurst Park, una mansión que John adquirió a un buen costo
gracias a su ventajosa posición de celebridad.
El
lugar se encontraba en Berkshire, a las afueras de Londres, lógicamente.
Después
de la invitación que me hizo para conocer su casa, una vez terminado todo tipo
de acomodo, colgó y me puse cómoda para comenzar una lectura. Aquello no duró
tanto cuando el teléfono volvió a sonar.
-¿Diga?
-Hola
María, soy George, te llamo para saber si continúa en pie nuestra visita a mi
nueva casa.- él parecía entusiasmado y yo, con tanto quehacer lo había
olvidado; sin embargo no me negaría.
-Desde
luego ¿nos vemos en alguna parte?
-¿Qué
te parece en tu casa? Puedo pasar por ti...
-Perfecto,
esperaré por ti.
-Genial,
en seguida nos vemos- colgó y yo corrí a ponerme algo más cómodo y adoc para
una tarde que parecía que sería lluviosa.
Usé
una blusa oscura de lana de maga larga y cuello ovalado, unos jeans oscuros en
tubo para calzar botas de lluvia en color guinda con pequeños lunares blancos,
y encima usé un abrigo con capucha en color guinda. Cepillé mi cabello y lo
acomodé sobre mi costado derecho después de enfundarme en el abrigo que llevaba
abierto.
Me
sentía entusiasmada de salir con George, justificando el sentimiento con otro:
el extrañarlo. Quería además saber cómo era su nueva casa. Hasta que él llegó;
tocó el timbre y salí a atender, de pronto recordé que a George le mataba de
ternura verme con abrigos de capucha, al verlo sonreír ampliamente y recorrer
la prenda con la mirada, lo invité a pasar por cortesía y él acepetó.
Él
vestía unos vaqueros, tenis de tela en blanco, una camisa casual en color crema
y una chamarra de ante en azul oscuro. Además llevaba suelto su cabello que
ahora era muy largo y lacio, como siempre; su barba era abundante. Lucía
realmente bien.
-Creo
que no había tenido oportunidad de decirte que tienes una casa hermosa. No la
conozco del todo, pero me gusta mucho, desde que uno entra se siente como en su
propio hogar- me comentó sonriente y yo sonreí también.
-Nunca
es tarde para conocer algo- lo tomé de la mano y le presenté mi casa comenzando
por la planta baja, hasta llegar a la planta alta, él, como siempre observaba
en silencio y con mucha atención.
-Estás
tan familiarizada, tan unida a tu propia casa que no te veo en otro lugar.
-Ni
yo, ahora que estuve en mi antigua casa en Liverpool, pese a sentirme feliz y cómoda,
ya no me sentía tan enganchada y enamorada como en ésta.- contesté muy
romántica, causándole algunas risas.
-Me
percato de ello.-ambos nos miramos y nos quedamos en silencio, como si de
pronto se nos hubiera olvidado el habla.
-Será
mejor que salgamos o la noche caerá y no podré apreciar bien tu casa.
-Te
sorprenderías- contestó divertido y salimos de mi casa. Subimos a su auto y
condujo hasta las afueras de la ciudad.
En
el trayecto me comentaba que le preocupaban un poco los gastos que la inversión
requería, pues había mucho que modificar y qué restaurar, por ello quería que
yo fuera, para decirle un aproximado teniendo en cuenta, que yo había aprendido
algo de esos menesteres trabajando con mi prima.
-Será
mejor que saquemos a la venta algo, al menos para recuperar lo que gaste aquí.
-¿Tanto
es?
-Sí...
-No
te creo...
-En
cuanto lo veas lo creerás- contestó feliz y puso la radio. De pronto todo
parecía entrar en esa armonía que no experimentaba desde hacía algunos años,
donde escenario, clima, contexto... todo encajaba a la perfección. Mientras
George conducía y nos acercábamos a su nueva residencia, el paisaje mostraba un
verde impresionante y hermoso, con el río Támesis reflejando aquella esplendida
vista y aunque el cielo era habitado por nubes grises, él sol se hacía un
pequeño espacio asomándose entre ellas y dedicándonos por pequeños momentos un
poco de su luz, dejando su rayos chocar contra el río y despejando un poco el
cielo.
Como
llevábamos los cristales del auto ligeramente abajo, una brizna del aire frío
que había afuera, nos enfriaba un poco las mejillas y creaba un clima
frío/templado extraordinario al fusionarse con el calor dentro del auto de
George; mientras todo esto sucedía la radio transmitía “Parlez moi de lui” de
Francoise Hardy. Ambos reímos porque coincidíamos en lo terriblemente cursi que
era la canción, pero al mismo tiempo hermosa. Y yo miraba a George, con sus ojos
atentos en el camino que recorríamos, con ese intenso café que los coloreaban,
tan radiante como durante unos meses o años no lo estuvo; su cabello a veces
detenido detrás de sus enormes orejas y el frío causándole un enrojecimiento
muy gracioso en la punta de la nariz.
Me
sentía feliz. Por acompañarlo, por ese sentimiento irreal que creábamos juntos,
como de vivir otra vida o en una realidad muy propia.
Y
tan anunciada durante el camino, llegamos a la intrigante Oxfordshire, con su
arquitectura emblemática y su fina estampa. Unas vueltas por aquí, por allá y
pronto nos detuvimos en un maravilloso y enorme lugar: Friar Park.
Él
se detuvo justo enfrente y lo miré de inmediato, clavé intensamente mi mirada
en él y él volteó a verme un poco extrañado por mi cara de no entender ni un
carajo.
-¿Vas
a orinar?- pregunté y él después de hacer una mueca de confusión, instantáneamente
cayó en cuenta de lo que quería decir y explotó a carcajadas.
-Imaginaba
que algo así sucedería, pero jamás pensé que sería tan fascinante.
-¿Qué
cosa?
-Tu
reacción. Deberías ver tu cara ¿Trajiste tu cámara?- bajó del auto aún riendo y
yo lo observaba aún con el ceño fruncido; un señor de edad avanzada salió de la
pequeña caseta del lugar, estando del otro lado de la reja, o sea del interior.
Saludó amablemente a George y vi como éste ayudaba al señor a abrir la entrada.
-¿Estás
de joda no es así?- pregunté bajando del auto y caminando unos pasos hacia él.
George seguía riendo y el señor me miraba con un gesto serio.
-¿Señorita?-
parecía indignado por mi “mal vocabulario”.
-Lo
lamento señor. Buenas tardes... no era mi intención importunarlo con estas
palabras que...
-No
se preocupe, no actuaré como si yo nunca las usara... pero comprenda que me
pareció raro escuchar eso de buenas a primeras.
-Trato
de entender.
-Gracias
Alfred. No te molestará cerrarla ¿verdad?
-En
absoluto, señor Harrison.
-¿No
piensas subir?- preguntó George al estar por subir de nueva cuenta a su auto.
-Yo...
sí, claro.-tuve que luchar contra mi estupefacción. Subimos y entramos a ese
majestuoso lugar. En efecto Alfred cerró las rejas.
-¿Te
molesta si antes damos un paseo en auto por los jardines y después entramos?-
preguntó George.
-Para
nada, es tu casa, tú decides- contesté sonriente y más tranquila.
-Lamento
haberte dado una sorpresa de este tipo, aunque admito que quería un poco de
diversión, ni mis propios padres lo creían.
-Nadie
lo creerá George, esto es demasiado. Ve el tamaño de este lugar, todo lo que
representa...-decía mientras miraba los alrededores.
-O
sea que John puede comprar una mansión y nadie se sorprende, pero cuando yo...
-No,
no, no... ni lo intentes, esto no tiene comparación Harrison- Él comenzó a reír
de nuevo y mientras me presentaba los recónditos espacios al aire libre de ese
enigmático lugar me contaba su historia y algunas cosas que había descubierto
en sus primeras caminatas.
Desde
ese preciso recorrido me platicaba ya algunos planes de decoración y mejoras,
musicalizando sus risas con “L’anamour” de Serge Gainsbourg.
Llegó
el momento donde nos detuvimos afuera del castillo (sí, castillo), estacionó su
auto y bajamos, dirigí mi mirada hasta arriba para ver las estructuras en la
punta y los ventanales y los colores... era demasiado y no dejaría de decirlo.
-¿Entramos?-
sonrió
-Por
favor- casi insistí y ambos reímos. Abrió las enormes puertas y entramos, yo
detrás de él. La luz entraba por todos los ventanales que había en ese lugar,
daban buena iluminación a cada sala.
Tenía
todos los servicios pero debido a los adeudos que había tenido la hermandad que
habitaba antes el lugar, fueron cortados y se restaurarían una vez que George
hiciera los pagos correspondientes; me comentaba que ya estaba haciendo todos
los trámites de los impuestos y esas cosas.
No
podría decir con exactitud qué zonas me mostró, es decir, entramos, vimos la
gran estancia, caminamos y nos encontramos con un gran espacio que sería la sala,
posterior a eso me mostró los lugares esenciales como el lujoso comedor y la
nada modesta cocina; la cabeza iba a reventarme al preguntarme a cada paso cómo
demonios haría George para llenar ese gran lugar... ¿Llevaría a sus padres a
vivir con él? ¿A sus hermanos? ¿Crearía un internado de Krishnas?.
Subimos
muchísimos escalones y hacíamos breves pausas para admirar desde las distintas
alturas el paisaje, desde esa distancia el enorme jardín lucía más. Me
platicaba algunas cosas sobre los ventanales y la iluminación que tenía pensado
poner en los pasillos de su castillo. George parecía un niño haciendo realidad
su sueño de tener un castillo para él solito, donde él y nadie más que él,
mandara en ese sitio.
Estaba
feliz con lo que había conseguido y en ese momento entendí bien su percepción
sobre mi enamoramiento con mi hogar, era lo mismo que experimentaba él ahora en
su casa. Estaba emocionado, esperanzado, sólo le faltaba ir por los pasillos
dando de brincos y gritando cosas o chiflando.
Pronto
llegamos a una habitación grande cuyos enormes ventanales brindaban una vista
maravillosa: el macro jardín y al rededores del Friar Park; abrió aquellos
ventanales para enseñarme el balcón que había ahí y nos apoyamos en la barda
para observar el paisaje. Indudablemente era una de las vistas más bonitas que
había presenciado en mi vida. Era mágico, irreal, hermoso, te dejaba sin
palabras ¿Qué adjetivo puede describir la sublime belleza de la propia
naturaleza? Máxime si ésta es trabajada por unas manos brillantes que conocen
de estética y buen gusto.
-Ahora
entiendo tu emoción- comenté sin dejar de mirar lo que tenía enfrente.
-Sabía
que lo apreciarías tanto como yo.
-¿Y
quién no George? Es hermoso, es bellísimo este lugar.
-Daré
por hecho que estás dándole el visto bueno- dijo riendo y yo sonreí.
-Eres
un payaso, cualquiera lo haría.
-John
no, él pensará que es una locura...
-Y
estaría en lo cierto. Pero eso no importa, tú lo amas, durante estos minutos te
he visto desviviéndote en amor al mostrarme cuán fascinante encuentras este
lugar; al diablo con Lennon y los demás.
-¿Ahora
entiendes por qué de todos tenías que ser tú quien viniera primero?
-Lo
agradezco demasiado George.
-Por
nada...
-Siento
que en cualquier momento me aparecerá una tiara y a ti unos ridículos mallones
victorianos...
-¿Por
qué mallones?
-Yo
qué sé George, tú me entiendes...
-Es
decir. ¿Por qué a ti una tiara y a mí unos absurdos mallones? Eso es injusto.
Qué tal que a mí me sale una corona y tú eres un bufón.
-¡Oye!
¿Ya
ves? Eso mismo sentí
-Infeliz-
ambos reímos y como el viento a esa altura se sentía helado, decidimos volver
al interior. George cerró los ventanales grandes y abrió una ventana más
pequeña. La luz en esa estancia se concentraba al centro de la habitación, es
decir, no estaba ni muy iluminado pero tampoco estaba oscuro.
Como
había llevado mi cámara pude fotografiar el lugar para llevar las ideas de
George a casa y pensar en las cosas que podíamos hacer con los interiores; él
seguía hablando de lo que pondría aquí y allá y no se percató de que le tomé un
par de fotografías... hasta que se escapó el flash. Él sonrió.
-Señorita,
tenía ya cierto tiempo de no hacerme ninguna foto.
-Bueno,
alguien debía hacerte un retrato decente.
-Qué
modesta
-No
sabes cuánto- ambos reímos.
-Pero
vamos, toma asiento, mi casa es tu casa- dijo gracioso y acomodó dos cajones
grandes de madera sobre los cuales nos sentamos. -¿Quieres un cigarrillo?
-Por
favor...- encendió nuestros cigarrillos y contemplamos el lugar en silencio y
era fantástico, pues así como podías estar imaginando cómo quedaría aquel lugar
al estar restaurado, también podías imaginar cómo era en sus buenos años, a la
gente que lo habitó y la fantasiosa idea de encontrar reliquias olvidadas en el
sitio o algún fantasma (lo cual me causó risa).
Pronto
observé a George y él parecía soñar despierto, siempre me había parecido
fascinante verlo hundido en sus pensamientos creativos, pues sus ojos tenían
una manera de expresarlo muy bonita y en ratitos él solía sonreír, era algo que
no perdía.
-¿Qué
tanto ves?- preguntó al percatarse que lo miraba con insistencia.
-Nada
en especial, sólo te observaba...
-¿Con
tanta insistencia?
-Oh
sí...
-“Back
off, lady”- dijo serio y ambos reímos.
-Me
preguntaba en qué tanto pensabas...
-Pensaba
en que... allá afuera hay cuevas o algo así, pienso que sería interesante
limpiarlas y adecuarlas para poder meditar ahí. Quizá algunas veladoras sirvan.
-¿Qué?
¿Meditar en una cueva? Estás medio deschavetado...
-No
sé porqué te digo esas cosas si al final soy tu burla- fingió indignación.
-Es
que a veces me asustas- me reí un poco.
-¿Por
querer meditar en una cueva que no tiene medio de perturbación?
-Confirmado:
eres un loco.
-Y
tú un bufón, acuérdate- ambos volvimos a reír y nos miramos fijamente, miré
hacia el suelo y suspiré.
-¿Qué
fue eso?- preguntó aún divertido.
-Un
suspiro. Creo que me siento bien...
-Entiendo...
mira, este castillo no necesita una reina- dijo fingiendo seriedad ahora y yo
puse los ojos en blanco.
-Qué
absurdo eres. Pero lo cierto es que me encanta la idea de que convivamos así...
-¿Así
cómo?
-Como
amigos. Es genial, es divertido, me gusta. Este cambio en ti sin intentar
meterte en mi vida, es tan radical y tan increíble.
-Bien...
María, no iba a pasarme la vida entera rogándote. Es decir, me odiaba al terminar arrastrándome a ti cada que
tenía la oportunidad mientras tú ya estabas llevando una nueva vida. Por mi
dignidad y tu bienestar, era mejor dejar esa absurdez de lado.
-Wow...
definitivamente, ahora somos muy buenos amigos- estiré mi mano y la estrechó,
sonreímos y él parecía conforme con eso, en calma.
-Es
lo más importante para mí, que podamos estar bien. Ahora que no soy un patético
dolor de cabeza tengo tu atención, tus buenos deseos y hasta tu ayuda para
levantar esto.
-¿Y
yo qué recibo a cambio?
-Creí
que mi amistad era suficiente, es decir, Soy George Harrison.
-Ya
encontré a otro modesto.- después de pasar otro rato ahí haciéndonos bromas
pesadas y platicando cosas de nuestros últimos meses, decidimos volver a casa.
El
camino de regreso fue igual de mágico y divertido, la música no dejó de
acompañarnos ni un segundo y ahora sonaba “Like a Rolling Stone” de Bob Dylan y
George me hizo algunas bromas respecto a él, pues al parecer, Bob no había
dejado pasar la oportunidad de decirle a George que habíamos salido y que
estuvimos juntos durante una semana o dos en una falsa relación. Falsa para mí,
no sé para él ni lo que le haya contado.
Yo
regresé la broma comentándole de sus múltiples intercambios de novias y eso con
otros músicos que también habían jugado al “swinger” y George se sonrojó casi
desmedidamente y tenía una sonrisa tan amplia que no podía con ella, quizá
debido a que lo estaba avergonzando.
George
me dejó en casa siendo las ocho de la noche, estacionando su auto afuera y
quedándose unos momentos en silencio mientras a la par, apagaba el auto
estéreo.
-Nuevamente
gracias, María.
-Por
nada George.
-Deberíamos
planear otra salida ¿no crees?
-Pensaré
en ello, dependiendo el trabajo que tenga... aunque últimamente no hay mucho
que hacer y pronto tendré vacaciones.
-Algo
saldrá por ahí... aunque...
-¿Qué?
-Olvidaba
que soy el único que no tiene a quién darle explicaciones
-¿Darle
explica...? ah, ya te entiendo- George se refería a David y la dificultad que
habría de salir sin causar algún malentendido o algún conflicto.
-Pienso
que él es muy prudente
-Bastante...
Bien, nos vemos George, pronto nos veremos para darte avances sobre el diseño
de tus interiores.-Sonreí y él también.
-Esperaré
ansioso, aunque recuerda que también estaré trabajando en ello. Sin embargo tu
opinión es valiosa para mí.
-Sonaste
a slogan de supermercado- comencé a reírme y él me siguió. –Adiós George.
-Adiós
María- le di un beso en la mejilla que él correspondió y entré a casa.
Al
cerrar la puerta algunos sobres cayeron, tenía correspondencia y un sobre en
particular, llamó mi atención, pues la remitente llevaba el nombre de mi
antigua escuela secundaria en Liverpool.
Estando
en la sala ya más cómoda comencé a leer la carta y después de pasar los saludos
tan amables y cordiales, leí el asunto. Resultaba que había un problema con el
poder en turno en la ciudad y su administración, la escuela estaba dentro de
una lista de distintos edificios, conforme continuaba leyendo me sorprendía más
y pasando por alto las reiterativas disculpas por la insistente petición, me
centré en la premisa: querían demoler la escuela.
Me
pedían ayuda para difundir el asunto y no dejarlo como una situación que se
lleva a cabo por “debajo del agua”, querían salvar la institución, conseguir
los recursos para restaurarla y preservar un edificio histórico; por ende, mi
conveniente situación de ex alumna sobresaliente, ahora “famosa”, sería un plus
para viralizar la situación y tomar las acciones correspondientes para salvar
la escuela.
No
lo dudé ni un segundo, no permitiría que demolieran la escuela para que
terminara como estacionamiento de un centro comercial o cualquier absurdez que
se les ocurriera a las grandes inmobiliarias que sólo pensaban en su bolsillo.
Cómo podía ser posible que prefirieran invertir en algo innecesario, que
invertir en educación.
Escribí
mi carta para hacerles saber que contaban con mi total apoyo.
![]() |
(María) |
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¡OMG! Yo también estoy sorprendida por lo súper extenso que fue este capítulo, pero así tenía que serlo. Ahora creo y como podrán suponerlo, se vienen una onda muy interesante con ese asunto de las escuelas en Liverpool.
Me alegra comentarles que cada vez me encuentro más cerca de escribir el final, por eso mismo dejé hoy un capítulo de la extensión de la Huasteca xD, no sé con precisión en qué día volveré a publicar, pero den por sentado que estaré dedicándome fervientemente a la escritura de los capítulos finales de esta historia. Trato de hacer algo decente, pues sería en vano tantos años de publicación como para que estos últimos capítulos fueran malos o aburridos.
Sabía que esta última parte terminaría siendo extensa, pero estoy haciendo lo posible por publicar en mayor cantidad jaja.
Muchísimas gracias por sus comentarios, me animan mucho.
Por cierto en próximas publicaciones me gustaría dejarles una dinanimca de tarea que consiste en que me cuenten su experiencia con Something: Cómo la conocieron, cuándo, la parte que más les gustó o el capítulo más significativo, si interactuaron conmigo, en fin en piensen bien todo esto para que me cuenten todo lo que quieran o cuánto se les ocurra. Sería una estupenda forma para comenzar con la despedida xD. Yo les indicaré cuándo se harían los comentarios así que tiene tiempo de pensarlo.
Ya me extendí un chingo (les digo) cuídense y tengan un buen martes <3
JAJAJAJAJAJA me encantó que hasta en el comentario final te entendiste 😂😂😂😂
ResponderEliminarTengo mucho que pensar porque indudablemente este fic es especial para mí y lo sabes ❤
Amé el capítulo hija, me encantó la narración cuando iban de camino al castillo (mi época favorita de George es esa y e cuando se va a acabar la nove :'() me reí fuerte con la parte ¿Crearía un internado de Krishnas? JAJAJAJAJA y me lo imaginé con su internado xD
Espero ansiosa los próximos capítulos, la boda de Ringuis con Kate *-* y todo lo ue venga
Gracias hija mía por escribir esta nove :* te quieramo ♡
Jajajajajaj tú en "el poema del Mío Cid" 😂😂😂😂 no sé, tengo sentimientos encontrados... Siempre pensé que cuando llegaran a ser así estaría genial pero siento qué esos 2 se están haciendo bien pendejos jajajajaja siendo Los bff's... Ojalá sea verdadero pero creo qué por ahí sigue algo 7u7
ResponderEliminarFriduchis...no recuerdo lo que desayuné ayer jajajajaja y somos unas fósiles en ésto de las fic la verdad no sé cómo encontré tu historia :( pero deja pongo a mi maní (osea cerebro) a trabajar jajajajaja