Abbey Road... #647


-De acuerdo, aquí no será.
-¿Por qué no van al gimnasio? Es amplio, más cálido y hay colchonetas- sugirió el director. Todos nos miramos y parecía la mejor idea.
-Tendremos que adecuarla ¿no?- dijo George
-Eso sí, deben alistarla para dormir cómodos
-¿Y quién lo hará?
-¿Cómo que quién? ¡Pues tú!- le gritó Paul
-¿Yo por qué?
-Creo que todos hicieron un poco aquí en el comedor mientras tú platicabas George- intervino Ringo, intentando sonar razonable.
-No me vengan con...
-Pienso que María debería ayudarte- dijo Alice –Ella también estuvo sentada nada más.
-¿olvidan que nosotros organizamos todo este evento?-me quejé
-Mientras más te quejes, menos nos moveremos- dijo Delilah
-¿En verdad no se moverán?- pregunté
-¿Ves a alguno de nosotros con esa intención?- preguntó Sofía. George y yo nos miramos, los miramos y suspiramos resignados. Nos levantamos y todos aplaudieron, casi los asesinamos con la mirada y caminamos por el patio, en medio de frío abrasador, hasta el gimnasio.
-No será tan malo, traje una pequeña radio- dijo George mostrándome la radio.
-¿No era la que tenían ellos?
-Exacto. Tenían- ambos reímos y corrimos hasta el gimnasio antes de que cualquiera de ellos nos alcanzara para quitarnos el único tesoro que llevábamos con nosotros.
Al entrar y encender las luces nos sorprendimos al ver que casi no tenía modificaciones, parecía que en aquel sitio seguía siendo 1958, el último año en que lo visitamos. Ahora, ante nuestra visión adulta, no parecía el sitio inmenso que nuestros jóvenes ojos veían por aquel entonces; nos detuvimos en medio de la cancha, seguíamos observándolo y al final George puso la radio en el piso.
-Será mejor que busquemos escobas
-Creo que ahí por las escaleras hay un par.- caminamos hasta ellas y pronto comenzamos a barrer, cada quien tomando un lado y una dirección mientras que aquella pequeña radio sonaba; estaba el programa de “Oldies but goodies” en el cual tocaron canciones como “Little bitty pretty one”, “Hit the road jack”, “I’m sorry” y “Love me tender”. Al escuchar ésta última, George y yo nos miramos instintivamente y comenzamos a reírnos, pues esa, había sido precisamente la primera canción que bailamos, es decir, la noche del baile del ’58, después del concurso de bandas, él me invitó a bailar y el DJ tocó esa canción; recordé perfectamente que él la cantó de principio a fin mientras intentábamos bailar, a la par de que moría de celos por ver a Montse con Paul así como notaba lo dulce que era la voz de Harrison.
Ambos continuamos arreglando el lugar arrastrando las colchonetas y arrumbándolas en una especie de pirámide mal hecha, nos mirábamos y sonreíamos durante la canción, cuando terminó siguió un lapso de anuncios antes de dar inicio a la transmisión de música ininterrumpida de todas las madrugadas.
-Siempre odié tantos malditos anuncios, recuerdo que esperaba ansiosamente a que comenzara la música, siempre había algo nuevo por escuchar- me contaba George, acercándose hasta mí para tomar otra colchoneta.
-Yo hacía lo mismo, en cierta forma me ayudaba a dormir.
-Ah cierto, que siempre has sido muy nerviosita ¿no?- preguntó riendo
-Tonto- contesté –te reto a unas carreritas...
-¿Carreritas?
-Sí, pero ambos iremos arrastrando una colchoneta en cada mano, quien llegue primero...
-Le da un reto al otro- contestó entusiasmado.
-De acuerdo.- ambos nos acomodamos en las líneas que indicaban el límite de la cancha.
-En sus marcas...
-Listos
-¡Fuera!- ambos gritamos y comenzamos a correr, íbamos riendo como estúpidos, al ser colchonetas de gimnasia eran pesadísimas. Intenté hacer trampa pisando una de George y logré rezagarlo un poco, burlándome de él, pero, él siempre había sido más veloz que yo y ni eso impidió que ganara la carrera. Se burló más tiempo y más fuerte de mí y yo sólo llegué rendida hasta el montón de colchonetas, dejándome caer.
-Bien, aceptó que yo misma cavé mi tumba- dije divertida.
-Vaya que sí, fue genial ver cómo te aventajaba
-Sí, sí... ¿Y ahora?
-Tu castigo...-él parecía complacido por tener que ponerme algún castigo y no dejaba de sonreír.
-Qué lento eres para pensar, ojalá que para eso fueras igual que cuando corres.-quise molestar.
-Ya lo tengo- contestó sonriendo y sentándose a un lado mío.
-¿Y bien?
-¿Recuerdas aquel mal chiste que te encantaba contar cuando éramos adolescentes?- me quedé pensando unos instantes hasta recordar la gran cantidad de veces que conté un mal chiste que para mí era increíble.
-¿En serio lo recuerdas? Demonios, creo que era una de mis memorias enterradas al ser tan vergonzoso.
-Pues tú te sentías el alma de las fiestas cuando lo contabas.- contestó riéndose y yo también lo hacía, pero por nervios y vergüenza. –Supongo que debió costarte bastantes amistades- continuó haciéndose el serio, tocando mi hombro con pesar y me reí más fuerte.
-Bueno ¿y qué con ese chiste?
-Te reto a que lo cuentes...
-¿Qué?
-Como lo oyes...
-¿En serio? Pudiendo hacerme correr por todo el gimnasio durante media hora y verme sudar como puerco... ¿se te ocurre hacerme contar un tonto chiste?
-Es precisamente por eso que quiero que lo cuentes.
-¿Por qué?
-Porque ya con madurez, podrás escucharte a ti misma contándolo y entenderás lo que el resto sentía- concluyó casi  ahogado en risas.
-Está bien...
-Te escucho- fingió poner total atención, yo suspiré e intenté no reírme por su estúpida cara.
-Hay tres hermanos que se llaman tonto, nadie y ninguno. Tonto va a la comisaría y le dice al comisario:
“¡Señor, señor! ¡Tonto se cayó del puente y Ninguno lo quiso ayudar!”
Y el comisario le contesta:
“Señor ¿Usted es tonto?”
“Sí, mucho gusto”- Apreté los labios al terminar y escuchar, precisamente, lo idiota que sonaba al contar ese chiste una y otra vez.
-Es pésimo...
-Es una mierda- dije y ambos comenzamos a reír.
-Pero eras tan feliz contando ese chiste ¿De dónde lo sacaste?- preguntó George muy interesado.
-Ni me acuerdo, ¿por qué jamás me dijeron algo al respecto?
-Supongo que todos éramos amables y no queríamos herir tus sentimientos. Parecías tan feliz y orgullosa al contarlo- continuamos riendo por un momento.
-Pero qué me dices tú... no te libras sabes, también tenías un chiste “estrella” que a nadie le gustó nunca.-quise defenderme ahora que recordaba esos días con mayor lucidez.
-¿De qué hablas? Yo nunca conté... ¡Oh! Hablas de...
-Sí, el chiste de las albóndigas.
-¿No eran gordos?
-Iba sobre eso. Recuerdo que después de contar mi mal chiste te acercabas pavoneándote con cara de “Yo la cagaré más que tú” y decías “ahí va uno mejor” entonces comenzabas: “Se abre el telón, aparecen dos gordos tirándose por una ventana. ¿Cómo se llama la obra?... Lluvia de albóndigas.” Y sí, todos sentíamos lástima por ti.-ambos explotamos a carcajadas al recordar cuán estúpidos éramos, pero coincidíamos en algo, los tiempos eran distintos y eso de no ser adultos era lo máximo.
-No quisiera ponerme serio, pero quisiera saber aquello que no pudiste decirme cuando desayunamos con mis padres y tu papá.- Preguntó serio.
-¿Decirte? ¿Sobre qué?
-Cuando dijiste que no te arrepentías de haber continuado con nuestra relación- él parecía querer saber a qué me refería y yo también me puse seria.
-Bueno... mira pese a las cosas malas que pasamos, debemos reconocer que hubo bastantes otras que fueron muy buenas. Me alegra haber sido parte de una de las historias más fabulosas y excitantes de una de las bandas más grandes de todos los tiempos; creo que fue una fortuna que Paul y yo nos conociéramos en ese café, de lo contrario quizá nunca hubiera hecho las cosas que hice como formar una banda, ir a Alemania y atreverme a andar sola o con mis amigas por el mundo. Hay muy buenos recuerdos en nuestra historia George y creo que no podía darse de otra manera. Además y no es por ser poco modesta, tú y yo teníamos que estar juntos para atar ciertos eslabones, ambos formamos una de las parejas más interesantes y con mayor número de amistades ¡SINCERAS!, que los demás, no por nada nos recuerdan tanto y nos estimaban las personas que conocíamos. Jamás pasamos desapercibidos y eso también fue increíble.
-Nunca lo había visto de esa manera, aunque no sabes lo avergonzado que estoy por todas y cada una de mis idioteces cometidas. Si me lo preguntas, del pasado me encantaría remediar mis errores contigo, haberte hecho enfadar o sufrir menos y vivir de mejor manera nuestra relación cuando los tiempos eran más sanos. Me habría encantado haber sido más valiente desde un principio y pedirte que fueras mi novia desde que supe que me correspondías y así, poder amarte con toda la ternura, atención y dulzura que sentía por ti en esos momentos. Sin embargo y como dices, valoro todo lo vivido que no fue poco y menos interesante, pues esos días y caminos recorridos, habrían sido quizá menos interesantes sin ustedes ahí. Sin ti a mi lado. Pero míranos, ambos crecimos, ahora somos otros, somos tan distintos y tenemos más confianza en lo que hacemos y no podría estar más orgulloso de ti y todo lo que has hecho.- Ambos nos miramos y sonreímos.
Era justamente esa la charla que no tuvimos al terminar nuestra relación, la que posiblemente habría dado por concluido el martirio y la que quizás habría dejado en más calma las cosas, pero como dicen: Todo a su tiempo.
-Hace unos días recordaba aquella discusión que tuvimos en Estados Unidos, cuando Dylan te dio celos y tú te besaste con una cantante que no recuerdo muy bien. ¿Qué habría pasado si esa noche no hubiera vuelto a la habitación donde antes habíamos discutido? Si me hubiera ido ¿Todo realmente habría terminado ahí? ¿Habría vuelto a Liverpool para llevar una vida aburrida y convencional? ¿Qué habrías hecho tú?- pregunté intrigada y él parecía recordar lo acontecido esa noche.
-Esa ocasión, de no haber sido por la ayuda de los muchachos y las chicas, yo no lo habría logrado. Recuerdo que justo cuando entrabas a la habitación te enteraste de lo que hice y ellos junto conmigo, se encargaron de recuperar ese amor. ¿Recuerdas lo que pasó esa noche?- preguntó.
-¡Cómo no habría de recordarla! Fue en la noche de mi cumpleaños, ustedes estaban por grabar el “Rubber soul”, pero aún estábamos en Estados Unidos. Festejamos mi cumpleaños en mi habitación del hotel, todos estaban ahí, menos tú- lo miré y él me dio una media sonrisa. –John salió del cuarto sólo para que minutos después llamara a mi habitación diciendo que quería que le ayudara con algo, no entendía qué se traía pero caminé por largos pasillos hasta habitaciones alejadas de la mía... entonces, a mitad de camino, me interceptó.
-Y te cantó una canción...
-Sí “This boy”. Llevaba su enorme guitarra acústica; cuando finalizó la canción tuvimos una de las charlas más hermosas y significativas de nuestra amistad. Y claro, era insistente en que te perdonara y luchara por ese amor.
-A veces se lucía ese Lennon- y ambos reímos.
-Después Alice y Montse me llevaron hasta la habitación donde nos encontramos; sobre la mesa había flores y una nota, creo que también había vino... no lo recuerdo. En el tocadiscos sonaba “I need you” y ellas me encerraron ahí hasta que hablara contigo.
-Y lo hicimos... un poco mal.
-Me enojé, te avergonzaste, nos gritamos, nos rompimos el corazón y dije que te daría la libertad que necesitabas, para que tú pudieras hacer lo mismo conmigo. Salí de la habitación, caminé un poco y me detuve a llorar. No podía hacer otra cosa más que llorar.- me quedé pensativa y él también.
-¿Por qué volviste sabiendo que yo no te merecía?
-Debo confesar que al inicio esperaba que salieras y corrieras por mí, tal vez vi muchas películas románticas- dije riendo –Pero no fuiste por mí.
-Lo lamento... no es porque no haya querido, simplemente no pude moverme. Recuerdo que me quedé ahí, pasmado, no sabía cómo reaccionar, tenía el corazón roto al no soportar la idea de perderte... que no pude si quiera caminar. Lo creí todo perdido, me dejé caer sobre el suelo y ahí, sentado lloraba incontrolablemente por ti... hasta que volviste.- contaba manteniendo la mirada clavada en el suelo, jugando con sus manos.
-Recuerdo bien que te encontré sentado en el suelo- me reí –fue extraño. Pero respondiendo tu pregunta, volví porque me plantee lo que sucedería al separarnos sin haberlo intentado, al menos de manera formal y me di cuenta de que no me veía al lado de nadie más, tampoco te veía enamorado de alguien más y ni quería. Fue un poco de vanidad también- comenté divertida pero cohibida. –Quise darme la oportunidad de enamorarme perdidamente de ti y ver si tú también lo harías de mí...
-Y así fue. Siempre fue así. Te amé perdida e incontrolablemente.- ambos nos miramos y era exactamente eso lo que hacía falta para poder perdonar todo error. Me sentí completamente tranquila ahora.
-Qué miedo me das- ambos estallamos a carcajadas por la tensión y las emociones extras que cargábamos. Nos levantamos para acomodar las colchonetas como cama grande y fuimos hasta las gradas para sentarnos.
La radio de pronto nos recordó que estaba ahí cuando escuchamos los anuncios. Hicimos una broma sobre que se suponía que transmitirían de manera ininterrumpida la música, fuimos a lavar nuestras manos y regresamos para quedarnos ahí sin saber qué hacer. Pronto la música comenzó de nuevo y mi corazón latió fuerte al escuchar aquel piano de inicio tan característico de las canciones de Billie Holiday, y no había sido únicamente por eso, sino por el lugar en donde estábamos y el recuerdo que evocaba completamente. Era “You go to my head”, la canción que había bailado esa noche del ’58 con Paul.
Suspiré y solté una risita.
-También la recordaste ¿no?- dijo George
-Sí, de la noche del baile. Fue la primera canción que bailé con Paul. No sabes cuánto tiempo me tomó en escuchar de manera normal esa canción de nuevo; después de que Paul se le declaró a Montse, odiaba oír esa canción- dije riéndome.
-Cierto, había olvidado esa parte de la historia- contestó divertido.
-Debo decir que muchas veces desee, que esa noche en lugar de bailar esa canción con él, debí haberla bailado contigo.- George me miró de inmediato con completa confusión.
-¿A qué te refieres?
-Creo que es justo que después de tanto tiempo lo sepas...
-¿Saber qué?
-George... cuando éramos adolescentes, tú...- él me miraba afijamente y con completa atención. –Tú me gustabas. Y desde antes de que ustedes partieran a Hamburgo y supiera lo de Montse y Paul.
-¡¿Qué?! ¿Sabes lo que eso significa? ¿Cuántas veces a esa edad soñé que me dijeras eso? Vaya grosería- ambos reímos pero su asombro era genuino y parecía feliz por haber escuchado que no fue un niño tonto que no era correspondido.
-Lamento tardar tanto- sonreí –ese es el motivo por el cual habría preferido bailar esta hermosa canción contigo.-culminé mirando hacia el suelo.
George se acercó tímidamente hasta mí, tomó mi mano y cuando lo miré, esbozó una dulce sonrisa.
-Nunca es tarde para remediar un mal. Cualquier momento es válido para corregir los errores.
-George...-me reí
-¿Me concederías el honor de bailar esta pieza conmigo?- preguntó educadamente, como si estuviéramos en ese año. Sonreí y acepté, caminamos hasta el centro de la cancha y una vez puestos mis brazos sobre sus hombros y sus manos en mi cintura, comenzamos a bailar, lenta y delicadamente. La única manera en la que aquella preciosa canción podía bailarse.
Cerré los ojos y dejé llevarme por el sentimiento de recrear esa noche y casi pude sentir a George tan tierno e inocente como a sus 15 años.
Al terminar la melodía, tardamos unos segundos en volver al presente, respiramos hondo y me agradeció el gesto. Apagamos la radio un rato y escuchamos que las puertas se abrieron abruptamente: era John con su escándalo habitual.


¡OMG! *-*
Debo confesar que para este capítulo tenía pensado poner los flashbacks del baile y lo que cuentan sobre la discusión que los unió, PERO las primeras partes de la historia están en la compu que no estará en mi casa, sino hasta Agosto ):
Lo lamento.
Disculpen la demora pero me da mucha flojera escribir y publicar desde el celular, sin embargo espero que haya valido la pena :3
¡Gracias por los comentarios!

Comentarios

  1. Ya tenía mi hermoso comentario escrito pero el perro Internet me lo borró 😡

    En resumen jajajajajjajja
    Me fascina leera María y a George así *-* más maduros y recordando todo aquello 😍

    Toda esta última parte me encanta porque es muy nostálgica, es hermoso *-*

    Bueno me voy antes de que otra vez me falle el Internet pitero jajajaja

    Pd. Amo a George en esa foto *-*

    ResponderEliminar
  2. No estoy llorando :'( justo hoy la lluvia y éste capítulo lleno de nostalgia 😭😭😭😭 es Uno de los capítulos mas bonitos que he leído en ésta fic. Y el pinche John entrando con su puto desmadre a romper la atmosfera jajajajajaja

    ResponderEliminar
  3. Diossss que tiernos, cuantos sentimientos... Nosé como no hicieron para enamorarse de nuevo (arhe q se te aman)
    Los amoooooo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"Strange Effect" Pt. II

"Natural Affair" Pt. I

Yellos Submarine...#58O (Doble cap.)