Abbey Road... #648


Apagamos la radio un rato y escuchamos que las puertas se abrieron abruptamente: era John con su escándalo habitual.
-¡Pero miren que hermosa cama! ¡A dormir!- gritó cuando comenzó a correr, los demás entraban atrás de él, nosotros dos abrimos paso porque Lennon no se detendría; se lanzó hacia las colchonetas olvidando que no estaban “ancladas” a nada y se fue barrido sobre dos de éstas por un buen tramo. Todos estallamos en risas al verlo volar de panza hasta el otro extremo de la cancha.
-No has dejado de ser tú- dije riéndome
-¡Eso fue jodidamente genial!- volvió a gritar
-Yo no sé, pero no pienso quedarme sin intentarlo- dijo Delilah
-Ni yo- agregó Montse y ambas corrieron velozmente hasta las colchonetas y se dejaron caer sobre ellas, patinando igual que Lennon.
Paul y Ringo hicieron lo mismo y el resto corrió hasta el centro para intentarlo también; John acomodó de nueva cuenta las colchonetas y ahora todos, incluido el director, jugábamos con las colchonetas. Pronto hicimos competencias. Delilah hizo equipo con Montse y era comprensible, ambas tenían el mismo carácter imprudente y salvaje; Pam hizo equipo con Sofía porque ambas tenían un carácter infantil cuando se lo proponían, verdaderamente bueno. Alice y Kate, quienes siempre eran un poco más prudentes, hicieron equipo también. Yo hice equipo con George.
-¿Hey y tú por qué haces equipo con Harrison?-Preguntó John un poco indignado por ganarle a su pareja.
-Porque con ese cabello tan largo que trae, fácilmente es una chica más- todos rieron, incluso George quien sólo me dio un ligero empujón por molestarlo.
John hizo equipo con Paul, Ringo y Pete hicieron un épico equipo y además las paces por todo lo que había sucedido antes, y a Tom no le quedó más que hacer equipo con Jasso. El director era el mediador y él decidiría quién ganaría en las carreras sobre colchonetas. Pasamos así varias horas hasta que nos cansamos y nos sentamos un rato, pronto Ringo encendería la radio y continuaba la música y pronto todos terminamos bailando. Todos bailamos con todos.
Casi siendo las cuatro caímos rendidos y las parejas durmieron juntas, sin embargo le pedí a Sofía que me dejara dormir cerca de ella, el director y George compartirían colchoneta.
Y así terminó “la noche de un día difícil”. Esa noche reafirmamos nuestra amistad y adoraba el hecho de que se haya suscitado en nuestro natal Liverpool en esa escuela tan querida por nosotros y un momento de la vida en que más lo necesitábamos. También, después de mi plática con George, me sentí maravillosamente completa, había reavivado la estima que tenía por él y estaba segura de que tendríamos una valiosa amistad.
Un poco de música invadiendo el gimnasio me hizo despertar, al hacerlo sentí que estaba recargada en el pecho de alguien, conforme abrí los ojos pude ver a George plenamente dormido. Me levanté abruptamente, comenzaba a molestarme pero parecía que no había sido algo intencional... además sólo estaba recargada en él y estaba exagerando.
-Bueno días María- saludó el director dirigiéndose a mí
-¿Qué hora es?
-La siete de la mañana...
-¿Dormimos tres horas?
-Así es y será mejor que los demás comiencen a levantarse también y se den un baño de esponja. Ayer el abogado me dijo que vendrían a las nueve de la mañana en punto y será mejor que todos estén listos antes de esa hora.
-Pero son las...
-No me haga llamarle la atención como si fuera una niña. Vaya y dese un baño de esponja, señorita y se arregla para los medios.-Suspiré y me levanté, fui por mi mochila y la arrastré hasta el baño conmigo. Me di el dichoso baño de esponja, me cambié y volví al gimnasio donde los demás ya estaban acomodando el lugar.
Las chicas corrieron con sus cosas al baño y los chicos, más lentos que nada por seguir medio dormidos, caminaron casi arrastrando los pies hasta el baño para asearse también. Después de media hora todos volvieron luciendo un poco mejor y fuimos al comedor para tomar un poco de café y acompañarlo con pan; nos quejábamos por haber dormido poco, recordábamos las carreras en colchonetas, todo parecía como un día normal. George y yo éramos quienes nos mostrábamos más serios, estábamos preocupados por la resolución del asunto, era de suma importancia que el desenlace fuera positivo sino tanto movimiento habría sido en vano, pero no sólo eso, tendríamos que despedirnos de la escuela que nos unió.
-¡George, María, vengan!- entraba el director dando grandes pasos hasta nosotros, George y yo nos levantamos y preguntamos qué ocurría. –Dense prisa, la hora del evento se adelantó, quizá no querían que los medios estuvieran presentes.
-Esos son malos indicios ¿no cree?- comenté con bastante nerviosismo y preocupación.
-No lo sé, quizá sólo quieran privacidad. Terminen de hacer todo lo que tengan que hacer y salgan conmigo por favor.- George y yo fuimos a tomar un aseo bucal, él se acercó con John y le pidió que llamara a todas las personas que le fuera posible, principalmente a los periodistas que conociera en Liverpool para que estuvieran presentes. Romperíamos sus reglas.
-María, espera, será mejor que hagamos tiempo, John está llamando a nuestros amigos y también algunos conocidos de los medios, si nos tomamos unos veinte minutos extras, habrá un poco de gente.
-¡George, María! El abogado está aquí.
En efecto el abogado ya estaba ahí, nos estaba mirando desde la puerta del comedor, ambos nos miramos sintiendo que nuestro plan no había funcionado del todo, por lo cual no quedó más que salir y acompañarlos teniendo los ánimos de nuestros amigos. Caminamos por el patio sintiendo el sol de las ocho de la mañana, al estar más cerca de la puerta de entrada pudimos ver ya a un grupo de gente reunida ahí, lo que nos hizo a George y a mí, recobrar un poco el ánimo.
Ahí estaban los maestros de la escuela, algunos padres de familia y alumnos, los contratistas se mostraban un poco incómodos por verlos ahí, realmente querían que se hiciera de manera privada, llevando sus propios encargados de comunicación para manejar el tema de acuerdo a su conveniencia. Al salir de la escuela recibimos aplausos de parte de las personas que desde temprano se habían dado cita ahí, George y yo nos sentíamos un poco cohibidos.
-Pensé que el asunto se esclarecería en privado- mencionó con cierta molestia a lo que George respondió con una risita burlona.
-Espero que no encuentre ofensivo mi comentario señor, pero al ser nuestra escuela, supongo que nosotros somos quienes ponemos las reglas- Alegó George. Escuchamos muchos pasos venir hacia nosotros, eran los Beatles y mis amigas quienes corrían por el patio. Al llegar hasta donde nosotros, todos sonreímos.
-Es asunto de todos y debemos apoyarnos- dijo John. Y pronto, como si hubiéramos convocado al pueblo, nuestras familias y amigos aparecieron, todos bajaban de sus autos o llegaban caminando, etc. A final de cuentas el asunto había salido tal y como esperamos. La gente comenzó a desesperarse por lo cual tuvimos que dar inicio a la conversación de resolución y pese a que los contratistas continuaban ofreciendo ofertas, tratos, fue imposible, el estado había optado por conservar el inmueble y a cambio se les otorgaría algún terreno.
George y yo, felices por lo acontecido caminamos hasta la puerta de entrada, tomamos un megáfono y George pidió silencio, tanto los asistentes como mis amigos estaban nerviosos a la espera del resultado.
-Queridos amigos, independientemente de la respuesta obtenida, queremos agradecer su presencia, apoyo y persistencia en este movimiento, nos asombra lo solidarios que fueron y lo pacíficos y comprensivos que permanecieron. Pese al frío, las lluvias y el calor que de pronto se sentía por las tardes a la hora de la cita, queremos decirles que...-George me miró y asentí, le dije que él debía decirlo. –Esta escuela no será derrumbada por esta ni ninguna otra inmobiliaria. ¡La Quarry Bank seguirá en pie hasta el final de los tiempos!- Pronto los gritos se hicieron oír como un fuerte rugido, comenzaron las porras, los aplausos, los chiflidos, las sonrisas y los abrazos.
Todos estábamos felices, eufóricos... bueno, todos salvo los contratistas y permanecimos ahí, despidiendo a los camiones, uno por uno hasta que desaparecieran de ese lugar que nos pertenecía. Habíamos triunfado.
La flores, los globos, el confeti, todo volaba ahí, nunca habíamos visto a un gran número de personas tan felices por un bien común y supimos que todo había valido la pena. John se acercó a los demás Beatles y después se acercó con el resto del grupo, todos entendimos lo que nos dijo, fueron a la camioneta por las guitarras y los panderos y acomodamos el megáfono para que mantuviera en pie; para esto hicimos un intento de trípode malogrado, pero extrañamente funcionó.
John se acercó al micrófono y después de decir “esta es una dedicatoria para nuestro hermoso Liverpool, que principalmente son ustedes”, dio un conteo y comenzamos a cantar.
-“Love, love, love... Love, love, love”- Todo mundo enloqueció y se unieron a nuestros coros.
-“There's nothing you can do that can't be done. Nothing you can sing that can't be sung. Nothing you can say, but you can learn how to play the game
It's easy...”-  Y después de que el verso se repitiera, todos gritamos...
-“¡ All you need is love!... ¡All you need is love! ... ¡All you need is love, love!... ¡Love is all you need!”- Se había creado el ambiente más fraternal, feliz y unido que había visto, sin necesidad de intercambiar drogas o que estuviéramos en el Shea Stadium. Continuamos cantando con la alegría que nos embargaba haber rescatado un pedazo tangible de nuestro pasado, pero también, por estar todos reunidos, los de Liverpool y los que acababan de llegar a nuestras vidas, sintiendo que las cosas al fin estaban en orden.
Tardamos un poco en volver a los asistentes a la calma, les pedimos que nos ayudaran a limpiar el lugar y tanta era su alegría que nos ayudaron de inmediato, sin quejas, sin pedir nada a cambio; terminamos al medio día, las instalaciones fueron abiertas y ahora era momento de que los docentes y el director hicieran su plan de reanudación de clases.
John propuso que fuéramos a su antigua casa a comer algo y descansar un poco, todos al estar exhaustos de tanta gente y tanto ajetreo aceptamos sin pensarlo ni preguntar; viajamos hechos bola en la camioneta que había rentado Jasso y condujo hasta Woolton, lugar donde John vivía con Mimi en su adolescencia. Cuando llegamos, Delilah, Kate y Sofía se mostraron muy curiosas al conocer el antiguo hogar de Lennon, sitio que también fungió muchas veces como un sitio de reuniones de ensayo para los chicos en sus primeros pasos de interés por la música.
La casa aún tenía algunos muebles, los servicios seguían funcionando con normalidad y todos nos dejamos caer en los sillones y colchones que estaban amontonados en la sala, para que después de haber reposado un poco, comenzáramos a preparar algunos emparedados; Jasso fue junto con Pete por algunas cervezas y los demás acomodábamos el lugar donde comeríamos, que sería en el patio trasero de la casa de Mimi.
Una vez estando todos ahí comenzamos a comer y la convivencia se extendió hasta el atardecer, cuando el crepúsculo que indicaba que las horas que abrían paso a la noche estaban cerca.
Como a la casa habían llegado los alemanes junto con Joan, Germán y su novia, la noche cayó y estuvimos conviviendo como si no hubiera un mañana, pero mientras sucedía y observaba, pensaba que era muy distinto a las convivencias que había tenido en los últimos años y que seguramente los Beatles se sentían igual, pues únicamente había comida, un poco de alcohol, música y amigos. No drogas, no excesos, teníamos la seguridad de que al menos esa noche no terminaríamos durmiendo en la cama de algún desconocido, y tampoco vomitando alguna extraña sustancia que se nos hubiera ocurrido ingerir.
Dando las diez de la noche decidimos partir de vuelta a Londres, no podíamos quedarnos un día más en nuestro querido Liverpool, los deberes y la vida en sí, nos llamaban y nos necesitaban fuera de ahí. Todos ayudamos a limpiar el desorden que habíamos hecho en la casa de Mimi que nos había traído tan buenos recuerdos, salimos con calma y una vez afuera, a los de Liverpool nos tocó despedirnos.
Primeramente me despedí de Klaus, Jürgen y Astrid (además de su novio Gibson) aunque tenía sabido que ellos estarían en la boda de Ringo y Kate por lo cual me sentía en calma por ese aspecto; me despedí amablemente de Jessica Allen, la mejor amiga de John con quien intercambié palabras en el pasado cuando le tocó cuidar a Sofía en el gran suceso que la llevó hasta Estados Unidos con los Beatles. Posteriormente dejé que ellos se despidieran de los demás para caminar hasta con mis amigas.
Me despedí cortésmente de Tom y Pete, les pedí que continuaran llevando sus respectivas relaciones como hasta ahora por salud mental de ellos y mis amigas; caminé con Montse, Alice, Jasso y Pam hasta la camioneta que había rentado César, ahí nos detuvimos, compartimos un par de bromas, otros tantos comentarios, hasta quedarnos en silencio.
-Es momento de separarnos de nueva cuenta, al menos creo que nos vamos con las manos más llenas que antes- comentó Pam.
-Tienes razón, creo que después de todo no estuvo tan mal- contestó Alice tomando la mano de Best.
-¿Y qué? ¿Nos pondremos a llorar y nos tomaremos de las manos mientras alabamos a Krishna?- preguntó Montse quien no tenía ganas de ponerse sentimental, pues las despedidas en sí ya eran difíciles como para complicarlas más.
-Tienes razón, pequeño Troll del mal- comenté y todos rieron –será mejor que agilicemos esto o llegaré a Londres hasta año nuevo. ¿Ustedes volverán a Canadá?- pregunté al matrimonio.
-Sí, nos gusta mucho la vida que tenemos allá, posiblemente en un par de días partiremos- contestó Jasso.
-Nosotros partiremos a Newcastle mañana por la tarde, ahí es donde hemos estado viviendo desde hace cinco meses- nos comentaba Alice y Best sólo asentía, seguía siendo medio asocial el sujeto.
-Tom y yo partiremos el lunes a Westminster.- concluyó Pam
-Entiendo, entonces pasan esta noche aquí ¿no?
-Así es- contestaron.
-Bien... chicos... muchas gracias por todo esto yo...
-María, sabemos que siempre necesitarás de nosotros- intervino Alice riendo y les seguimos.
-Fue maravilloso estar con ustedes todos estos días y verles arreglar asuntos que debían arreglarse. Tienen el número y dirección de mi casa, manden ahí sus nuevas direcciones para que sepa dónde encontrarlas, pronto tendremos que vernos de nuevo.- dije sonriendo.
-Sabes que sí. Hasta pronto María, cuídate.- se acercó Montse dándome un fuerte abrazo. Ella sería seguida por Pam, Alice y sus respectivos novios; todos comenzaron a subir a la camioneta y hasta el final se acercó Jasso, ambos caminamos hasta la puerta del piloto.
-Haz cosas buenas María y nunca dudes en llamar. Te adoro nena, nunca dejaremos de ser amigos.
-Lo sé. También te quiero César, cuida a Montse y también búsquenme cuando lo deseen. Estaré siempre con ustedes.- sonreímos casi sintiendo que no queríamos despedirnos, observé a las chicas al interior, me sonrieron una última vez, abracé muy fuerte a Jasso y subió a la camioneta. Me asomé por su ventanilla.
-Esto es como Hamburgo pero esta vez no me están abandonando y yo no estoy medio loca- dije riendo y los demás continuaron.
-Adiós María- Jasso puso en marcha la camioneta, me despedí una última vez agitando mi mano y me quedé ahí, viendo cómo esa camioneta se alejaba con mis mejores amigos a bordo de ella, tal y como la última vez que nos vimos en Hamburgo, pero en circunstancias más agradables.
-Es momento de irnos- se acercó George, salí de mi letargo y comencé a caminar con él. Tomamos un bus que nos llevara a mi casa, fuimos por nuestras cosas que estaban ahí y aproveché para despedirme de mi familia prometiendo que les llamaría pronto.

Esto es mucho cinismo de mi parte, ya debería borrar mis blogs otra vez jajaja.
Gracias por sus bellos comentarios ❤

Comentarios

  1. JAJAJAJAJAJAJAJA nooooo no los borres. Me emocioné mucho con "All you need is love" y me gustó ver la convivencia entre el pasado y el presente sin ningún inconveniente... Ojalá asi fuera en la fucking vida real T_T

    Se me hace muy cute que George y María convivan así...pero me da un Poco de miedo jajajajaja. Ciao Jasso de mierdaaaaaa! No vuelvas más

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