Abbey Road... #664



Eran las cinco y media de la tarde, el teléfono en casa de mi madre sonó, ella intercambió algunas palabras y después escuché que subió a mi habitación.
-María, hija...-dijo mientras tocaba a la puerta despertándome por completo.
-Adelante- pude decir medio dormida.
-¿Cómo sigues? Creo que ya has dormido mucho, tu padre y hermano están allá abajo, comeremos algo ¿no quieres?
-No mucho a decir verdad...
-Acaba de llamarme Sofía, tus amigas y ella estaba preocupadas por ti, les comenté que llegaste esta mañana y que desde entonces has estado durmiendo. Deberías hablar con ellas, dijeron que darían avisto en tus trabajos.
-Mandaré una carta a la radiodifusora, renunciaré...
-María...
-Seguiré con la revista, además estoy pensando que debería intentar trabajar en otra cosa que sean los medios, me siento agotada de eso...
-Como gustes, lo primero es que te repongas y para eso...-dijo quitándome la cobija de encima –tienes que comer una sopa calientita.- Amabas sonreímos y bajé.
Sorprendí a mi padre y hermano, quienes no esperaban verme ahí; mi papá me dio un fuerte abrazo como cada vez que me veía y me resultó reconfortante. Comenzamos a hablar de su día de trabajo y el día escolar de mi hermano. Al día siguiente irían a Blackpool así que me pidieron que los acompañara; durante el resto de la tarde nos dedicamos al patio de mi madre donde ahora también colaboraba mi papá.
Me sentía mejor, me sentía tranquila, sentía que no debía preocuparme más, pese a ello aún había una persona en mi mente: George.
En tanto en Londres, dadas las siete de la noche, Sofía recibió mi llamada, le conté detalladamente lo que sucedió, fue comprensiva y empática, me dio ánimos y dijo que ella les comentaría a las chicas al día siguiente para que no existieran más preocupaciones; al día siguiente tendrían una reunión los Beatles, así que aprovecharía ese momento.
David por su parte caminaba hacia uno de los buzones más cercanos de su casa, introdujo una carta que tenía la dirección de mi casa y pronto subió a su auto, condujo por las largas avenidas durante treinta minutos hasta llegar a una pequeña y muy hogareña casa, donde las luces estaban encendidas, incluso las del patio recibidor; bajó, cruzó la calle y se quedó observando el hogar y después de respirar hondo, abrió la puerta de la pequeña cerca de madera y caminó hasta la puerta de la casa.
Una vez frente a ella y con un poco de nervios tocó, esperó unos segundos mientras escuchó que del otro lado bajaban el volumen del televisor... entonces abrieron: un par de miradas cautivadas se encontraron. Ginger veía con cierta sorpresa a David y él sonrió enternecidamente ante su reacción. Ambos sabían lo que aquella visita significaba: amor.
A la mañana siguiente salí junto con mis padres y mi pequeño hermano, para pasar gran parte del día en Blackpool, hacía bastantes años que no visitaba el lugar por lo cual me causaba cierto entusiasmo ver qué tanto había cambiado.
Y en efecto aún estaba la feria, con sus debidas modificaciones, los puestos de comida y dulces, las pequeñas cafeterías que daban la bienvenida a quienes transitaban por la carretera y también la grandiosidad del mar. Hacía un poco de sol y era perfecto para bañarse un poco ahí, lo cual aprovechamos, pues conociendo el clima de Inglaterra, podía cambiar a gris en cualquier minuto.
Jugué con mi padre y mi hermano mientras mi madre se resguardaba bajo una gran sombrilla y se reía de nosotros, posteriormente se metió al mar junto conmigo y después salimos para comer; terminando aquello fuimos a los pequeños vestidores que habían instalado recientemente ahí y una vez listos, fuimos a la feria. Mientras mi hermano disfrutaba de los juegos mecánicos, yo observaba el lugar con cierta nostalgia, era un sitio que me recordaba los primeros meses que llevaba como amiga de los Beatles, cuando éramos unos adolescentes despreocupados y vaya que éramos felices, enamorados y también esperanzados.
John siempre imitaba a Elvis para hacer reír a Alice, Paul quería quedar bien con todo el mundo haciéndose el bonito y George era quien se comía los bocadillos de los demás... y después estaba Stuart, quien siempre aprovechaba para dibujar algo que después mejoraría en su hogar. Por aquellos días me gustaba sentarme cerca de él y observarlo trabajar en su hoja de papel y su pequeño lápiz mientras los otros tres tonteaban, fue cuando comencé a pensar que posiblemente estaba atraída por mi mejor amigo, hasta que viviendo en Hamburgo, ambos lo confirmamos. Fue mi primer gran amor.
Cuando salimos de la feria planeamos volver a Liverpool y visitar al hermano de mi madre a quien no veíamos desde hacía varios años atrás, además tenía entendido que habían invitado a la familia a comer ese día en su casa. Por lo cual, cuando mi padre conducía por las calles cercanas a su hogar, recordé de nuevo a Stu.
Al bajar del auto y estar por entrar a casa de mi tío, me giré un poco y miré hacia la esquina contraria de su calle, que abría paso a otra avenida, del lado de esa avenida se podía ver la tienda a la que me mandaron por azúcar aquel día que llegué tarde a la cita en casa de los tíos... esa tarde en esa tienda conocí a Stuart, quien después me alcanzaría a mitad de camino para entregarme una pumilla que había tirado en el camino.
Y mientras observaba tenía esa absurda pero inquietante sensación de que en cualquier momento lo vería salir de esa tienda, asomándose en la esquina agitando su mano, saludándome desde lejos porque a mi tío no le agradaba, y ambos nos reíamos de eso.
Era curioso sentir que al final de todo, estaba volviendo al inicio.
En Londres y ya por la tarde, precisamente en la casa de Ringo, los Beatles se reunían para poner en claro ciertos asuntos de su trabajo de manera individual y las ganancias del último álbum. Fue hasta que comentaron el éxito del video de “Something” estrenado esa misma mañana, que Ringo preguntó por mí.
-No está aquí- contestó Kate mirando hacia su bebida.
-¿Cómo que no está aquí?
-No... Ella está en Liverpool- contestó un poco nerviosa al no saber si debía hacer del conocimiento de los chicos, mi rompimiento con David. En cierta manera ella quería casi gritarlo, especialmente a George.
-¿Liverpool? ¿Qué hace allá?- preguntó Paul, pero antes de que Kate pudiera contestar, George se anticipó.
-Seguramente está haciendo lo propio... es decir, hacer formal su compromiso con David. Quizás ambos fueron a hablar con sus padres- decía un poco molesto y a la par se servía un poco más de whiskey.
Kate y Sofía se miraron entre sí, luego miraron a Delilah quien se encogió de hombros y permanecieron en silencio, sin embargo esas miradas no pasaron desapercibidas para Lennon.
-¿Y eso qué fue?- preguntó a las tres
-¿Qué cosa?- preguntó Delilah
-Eso que acaban de hacer. ¿Por qué se miraron de ese modo?
-¿Cuál modo John? No seas paranoico...
-Delilah, si no fuera nada no te habrías encogido de hombros
-¿Hay algo que debamos saber?- preguntó Paul y George sólo miraba atentamente.
-Gracias Winston- se quejó Delilah
-Creemos que no nos corresponde- dijo Kate de inmediato tratando de salvar su pellejo, pero no funcionó.
-¿Por qué? ¿Ha pasado algo malo?
-No, pero...
-¿Qué pasó con María?- preguntó Ringo
-No me dirás que se ha casado ya en secreto...-dijo de inmediato John y todos lo miraron de inmediato, George se detuvo a mitad de su trago y miró con cierta duda a las chicas.
-¿Es verdad? ¿María se ha casado ya?- preguntó con cierta ansiedad
-No George, no hagas caso a lo que dice John- respondió Kate, ella miró a Sofía y Delilah también, ésta suspiró y después de maldecirse y maldecirlas, soltó la sopa.
-María... ella...
-¿Qué pasa?
-María no se ha casado con David... ni se casará con él.
-¡¿QUÉ?!- gritaron los cuatro.
-Ella rompió su compromiso y toda relación con David hace dos días.
Todos se miraron entre sí, con  las miradas incrédulas, George estaba helado por la noticia, era algo que no se esperaba.
-¿Pero por qué? ¿Qué pasó? ¿Le hizo algo?- preguntó de inmediato Ringo
-Sólo se dieron cuenta de que aquello era una farsa y su cariño no trasciende al fraternal- fue concisa.
-Habló con Frank...-dijo John y todos lo miraron
-¡Por eso lo invitaste! Debí saberlo- reaccionó Delilah –John tú invitaste a Frank a casa, tú debiste planear todo esto, fue por lo que me contaste ¿cierto? Que David no estaba seguro de lo que hacía y no sabías cómo hacérselo saber a María, por eso llamaste a Frank.- Todos estaban boquiabiertos por absolutamente todo.
-¿Qué? ¡No! Sabía lo de David pero que Frank viniera el día en que María estaba aquí fue una coincidencia, jamás planeo cosas tan perfectas y lo sabes.
-Bueno, en eso tienes razón...
-Debemos arreglar esto, María debe estar muy triste- fue lo primero que dijo George y todos lo miraron con gran confusión.
-¿Qué?- preguntó John
-Si de algún modo hemos sido responsables de que rompiera su compromiso, debemos serlo también para remediarlo.
-George, mírame y sé honesto ¿En verdad quieres ver a María volver con David?
-Eh...
-Yo pienso que debes de dejar de hacer eso- continuaba Lennon
-¿Hacer qué?
-Hacerle al payaso- se escuchó decir a una Delilah bastante irritada, a la cual todos voltearían a ver. -¿qué? Es la verdad, déjate de ese juego solemne George, todos aquí sabemos que te mueres por ir con ella.
-¿Y con eso qué quieres decir?
-¡Que vayas a verla!- gritó Kate y ahora todos parecían dejarle ver, que estaban de su lado y apoyaban su sentir.
-Hazlo George- intervino Sofía y él la miró con atención, pues sabía que si alguien tenía la última palabra al conocer a la perfección la situación, sería ella.
-Pero...
-María y yo hablamos por teléfono y durante nuestra charla... ella no dejaba de mencionarte
-¿Es... es en serio?
-Sí George, de alguna manera ella me hizo saber que al terminar no sólo pensaba en David y ella, sino también en ti. No son suposiciones mías, créeme cuando te digo que ella aún piensa en ti y de la manera romántica en que todos pensamos.
-Yo... no sé cómo...
-Vamos George, no pierdes nada, será mejor que te des prisa- le animó Ringo
-Serías un estúpido si no lo intentas al menos- concluyó Lennon. George los miró a todos con detenimiento, estaba sorprendido por las palabras de mi prima, ahora más que estarlo por el rompimiento de un compromiso que siempre estuvo en la cuerda floja.
-Cualquier cosa que tengan pensado hacer- dijo poniendo su vaso sobre la mesa –No me esperen porque no estaré- concluyó sonriente, los demás ahí reunidos sonrieron también y le animaron con algunos aplausos bastante sobrados.
George salió, no sin antes encargar a Ringo y a Kate que vigilaran la remodelación de su castillo, a lo cual ellos aceptaron con gusto pues para la pareja, era importante brindarle ese apoyo, ellos eran los principales interesados en que algo sucediera de nuevo entre George y yo.
Condujo a su pequeña casa que ya tenía un letrero que indicaba que estaba en venta, hizo sus maletas y dio aviso a su madre de que llegaría pronto; estaban por dar las siete de la noche, así que llegaría aproximadamente cuando la madrugada estuviera entrando.
Salió para tomar el tren que lo llevaría hasta Liverpool mientras mantenía elevadas sus expectativas, no pensaría en nada negativo, lo intentaría una última vez, a final de cuentas no tenía nada más que perder.
Cuando mi familia y yo estuvimos en casa, revisé el correo y descubrí una carta de David adentro, la tomé discretamente para que mi madre no pudiera verla, decidí cenar más tarde y subí a mi viejo y siempre cómplice cuarto para poder leer la misiva.

“Dulce y amada María:
Disculpa que mi saludo se muestre un tanto meloso y enamorado, no puedo evitarlo. He leído tu carta, he tomado el anillo y lo he puesto de vuelta en la pequeña caja en la que estaba, decidí que lo guardaré por el momento, ya que no sé qué hacer con él, quizá algún día cuando me sienta más seguro de su destino, haga algo al respecto.
Por ahora sólo tengo en mente tu partida y tu sinceridad y agradezco que hayas tenido el valor de hacerlo aunque fuera en esta extraña manera, entiendo que posiblemente pensaras que habría sido peor si nos hubiéramos visto a los ojos mientras rompíamos lo que alguna vez creamos.
Tienes razón, nos hemos engañado, pero nos hemos querido con el alma y no te puedo odiar por eso. Estoy verdaderamente agradecido por darme esta libertad y por entender mis razones; bien lo has dicho, algún día nos volveremos a ver y espero que cuando suceda, aquel cariño siga en ti y en mí, pero enfocado en otro vinculo más fraternal.
Me has abierto los ojos y sé que ambos sufrimos por ello, pero sé que estaremos bien. Quiero que estés bien. Sin más, deseo que la vida sea buena para ti y que seas feliz. Te quiero totalmente... quizás en otra vida será.
Con amor: David.”

Algo terminó de deshacerse, el vínculo al fin se rompió y me rompí por última vez. Sabía que tenía que vivirlo, que experimentarlo y esperaba que no se repitiera nunca más.
Me recosté en mi cama, guarde la carta en la mesita que seguía aún lado de ésta y me acurruqué, intentaba convencerme de que ahora estaba todo bien, al menos se había hecho lo correcto, lo demás era un asunto que sólo el tiempo podía arreglar.
Dormí nuevamente largas horas y a media noche mi madre fue a ofrecerme algo para comer, me preguntó si estaba bien y respondí que sí “ahora todo está mejor”, ella sonrió aunque intrigada por mi extraña respuesta, pero se sentó y me hizo compañía mientras comía. Le platiqué que saldría al día siguiente a dar un paseo por Liverpool y que probablemente pronto saliera de la ciudad para ir a otro lugar, realmente no sabía a cuál, sólo me aventuraría a irme y ya, como si cumpliera una extraña fantasía donde desaparezco de todo sitio que supiera mi vida y mi pasado, para llegar a uno totalmente nuevo.
Ella se sentía insegura y me decía que no era una buena idea para llevarse a cabo, argumentaba que mi estado emocional no era el adecuado como para aventurarme a algo así y me recordó mi estúpida fuga en Hamburgo.
-Ya conozco Hamburgo y ya no tengo 16 mamá- dije riendo
-Aún así, no quiero que hagas tonterías otra vez, ahora no está Jasso para solaparte.
-Jamás lo hizo y quédate tranquila que sé muy bien lo que hago- continué sonriente y segura, ella recogió las cosas que me había subido y se las llevó.
Fui a asearme y después pasé una noche familiar.
Era media noche y Liverpool aún era transitado, era la hora preferida para que los locos salieran a fiestear, en aquellos tiempos podías caminar incluso en plena oscuridad y llegar completo a tu casa. Al ver las luces sonreí, me emocionaba estar ahí pensando en lo bueno que podía ser, pero no quería engañarme, no estaba asegurado el éxito para mí.
Suspiré y me mordía las uñas, no podía creer esa situación ni el sentimiento de adolescente con el que volvía a Liverpool, al día siguiente y a una hora prudente, iría a casa de María para saber cómo estaba, en qué podía ayudarla.
Como era costumbre al llegar a mi casa mis padres me recibieron felices y al verme un semblante totalmente distinto ellos se alegraron; me invitaron una cena caliente y platicamos sobre cosas triviales, posteriormente las charlas iban sobre mis hermanos. Me sentía bien, sentía una extraña ilusión que creí que no volvería a experimentar, no pensé ni en mi castillo y mucho menos en David, en lo que habría pasado, lo único que respecto al tema me podía preocupar, era el pensar que pudo haberla herido y me sentí triste por ella, porque no lo merecía y porque tenía mucha ilusión en su relación.
Cuando el sueño al fin me ayudó a apagar la efusividad en mi cabeza, me dispuse a dormir, esperando que el día siguiente fuese bueno para todos.


 

Comentarios

  1. Osea... David según lloriqueando por María pero ya una vez que no está cerca se va a coger a la otra con servicio a domicilio... Tantita madre pinche David. Por fin veo con eggs al pinche George que ya se dejó de pendejadas y se lanzó tras su forever amor... Ahora veamos la reacción de María.

    Pd. Fue súper cute y triste recordar cosas del inicio, sobre todo a Stu bebé :(.

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