Abbey Road... #665


-Mamá...-bajé corriendo las escaleras, mi madre estaba abajo leyendo el periódico mientras tomaba un café, su eternos café matutino.
-¿Qué pasa hija?- preguntó sin mirarme.
-Saldré ¿Dónde están los varones de la casa?- pregunté al escuchar todo casi en silencio ahí.
-¿Olvidas que tu padre lleva a tu hermano a sus partidos de fútbol?- preguntó mirándome y bajando sus gafas hasta la punta de su nariz.
-Cierto, debiste ir con ellos, deberías asolearte un poco.
-Me basta con la asoleada de Blackpool-contestó haciendo un ademán bastante simpático. -¿Se puede saber a dónde?- preguntó Al verme sacar un jugo del refrigerador.
-Iré al centro de la ciudad, me enteré que desde hace un par de años se celebra un festival musical que además funge como encuentro cultural donde muchos jóvenes pueden intercambiar el arte que crean de distintas maneras- Respondí casi sin respirar, pues me entusiasmaba ir.
-¿Y esa mochila? ¿No estarás pensando en adelantar tu graciosa huída verdad?
-Claro que no mamá... pero si no vuelvo, no hay necesidad de llamar a la marina- dije riendo.
-Muy graciosa. Te recuerdo que tu hermano aún tiene conocidos ahí.
-Lo sé, lo sé... Pero en este festival tengo entendido que se hacen caravanas hippies que visitan posteriormente lugares aledaños... Quizás me anime a seguirlos, por eso te digo que no debes preocuparte.
-Contigo nunca se ha sabido, María.-Ambas nos miramos fijamente por unos instantes y después me acerqué para abrazarla fuertemente.
-Qué preocupona y suspicaz eres, madre. Todo estará bien, prometo llamarte en el transcurso del día para decirte cómo y dónde estoy, así también podré informarte si saldré con la comuna hippie.
-¡Comuna!
-Es broma- me reí nerviosa, si mi madre supiera al menos la mitad de las cosas que hasta ese entonces había hecho, ella misma me corría no de la casa, ¡sino de la familia!.
-Está bien señorita, diviértete y cuídate mucho por favor.
-Lo haré, por mí y por ti- ambas sonreímos, besó mi mejilla y le di un abrazo muy fuerte una vez más. No había cosa en el planeta que pudiera compararse a sus abrazos y cariños, era el poder que tenía mi madre.
Salí gustosa llevando conmigo dinero y ropa suficiente por cualquier cosa que sucediera, decidí tomar el transporte que me llevaría hasta el centro y al subir me di cuenta de que el bus tenía publicidad de Woolton, el antiguo vecindario de John, ahora vendían casas nuevas por la zona y al mirar detenidamente la publicidad, pude reconocer su vieja casa y me llenó de nostalgia el alma hasta que se materializó en un cristal hecho de acumuladas lágrimas en mis ojos, las cuales no dejé salir.
Ojalá ellos estuvieran ahí.
Cuando llegué al centro vi muchas carpas elevadas de distintos colores y todas tenían abajo decoraciones interesantes, parecía que habían montado improvisadas casas para acampar; en los flayers estaban anunciados Donovan, Mungo Jerry y los Beach Boys, quienes en algún momento fueron patéticamente comparados con los Beatles. No tenían ni idea.
No eran los músicos por los cuales las masas murieran por ir a ver, pero si había la suficiente gente como para hacer que la fiesta ardiera durante todo el día y la noche. Estaba emocionada por eso, por lo que veía, tantos colores, tantos amigos, tanta música, parecían los preliminares para el festejo de año nuevo estando en Septiembre, como si todos supiéramos que una gran época estaba por terminar, para que los sucesos vividos y nacidos en ese entonces no se repitieran nunca más. Como los Beatles, por ejemplo.
Entre la gente vi a Eric Clapton con las hermanas Boyd, quienes irremediablemente debían estar ahí, Pattie por ser la prometida de Clapton y Jenny por ser novia de Donovan; me di media vuelta para evitarlos, me eran totalmente indiferentes.
Era ya casi medio día y había terminado de desayunar con mis padres, mi madre estaba emocionada porque estaba asistiendo a un taller donde era capacitada para ser mentora de algún oficio y ella eligió el diseño de ropa con materiales caseros, se sentía toda una experta y ahora me daba ideas sobre la ropa que había pensado hacerme y mi padre y yo reíamos divertidos por la emoción de mi madre.
Posterior a eso mi padre me mostró las nuevas cañas de pescar que había armado, habían quedado tan bien que parecía que las había comprado; estaba emocionado también mostrándome la renovación de su taller y pronto me invitó a salir de pesca con él al lago que estaba sólo unos metros cerca de casa. Miré el reloj y pensaba en María, no quería parecer desesperado, pero tampoco podía hacer como si no me importara lo que sucedía; sin embargo decidí acompañar a mi padre a pescar, pues quería probar las cañas y también pasar tiempo con él, sabía que nos hacía falta pasar un momento a solas, él parecía anhelarlo.
-Iré a mi taller, hay comida congelada en el refrigerador para que la calienten cuando vuelvan- decía mi madre, poniéndose guapa para salir.
-Gracias cielo, entendido y anotado- respondió mi padre muy sonriente.
-Diviértanse, los quiero- se despidió mi mamá besando mi mejilla y acariciando el rostro de mi padre; salió por la puerta delantera y nosotros por la trasera.
Mi padre y yo caminamos hasta el lago que solía visitar cuando era pequeño, junto con mis hermanos y donde podíamos pasar toda la tarde sin aburrirnos.
Una vez ahí tomamos un pequeño bote que estaba algo viejo y comenzamos a remar, posicionándonos cerca de una sombra grande, lanzando el lazo con la carnada y esperando conseguir algo mientras compartíamos unas cervezas.
-¿Cómo está María?- preguntó mi padre de la nada, como si supiera algo, por eso fue mi reacción un poco extrañada.
-¿María?
-Últimamente pasaban mucho tiempo juntos, supuse que sabrías cómo está.-me miró.
-Oh, claro... bueno...- yo pensaba en absolutamente todo: la noche en que canté “Something” para ella, en su compromiso, en su ruptura y no sabía qué contestarle a mi padre.
-Por cierto, el video les quedó bastante lindo. Fueron muy románticos, a tu madre y a mí nos dio gusto verte junto a María, nos alegra que sean... buenos amigos- con esa entonación supe que él quería saber si habíamos reanudado nuestra relación. Sonreí ahora que entendía todo.
-La invitamos, a decir verdad fue idea de Ringo, él quería que ambos estuviéramos ahí y ella dijo que no podíamos perdernos ese momento.
-Y tuvo razón, fue sensacional- agregó mi padre muy emocionado –Sabes cuánto la apreciamos tu madre y yo. Hace un par de semanas nos encontramos a sus padres en el supermercado, nos saludaron muy efusivamente y nos invitaron a su casa para comer...
-¿Aceptaron?
-¡Por supuesto! Sabes que me agradan mucho sus padres y el humor que tiene Raymond es inigualable- decía mi padre sonriendo a la par que expresaba en todas las manera posibles, cuánto le agradaba el padre de María.
-Sí, son increíbles.
-Deberías ir a visitarlos ahora que estás aquí, ellos te aprecian mucho, es evidente... de pronto bromeamos con eso del apellido familiar.-decía sin mirarme y como si hubiera hecho una travesura.
-¿Cómo que el apellido familiar?- pregunté intrigado.
-En las esperanzas tan elevadas que teníamos tanto los Harrison French, como los Monroe Pataky, de que se diera un “Harrison Monroe”- dijo codeándome y comenzando a reírse en cuanto vio mi expresión. Después acompañé sus risas.
-Todos teníamos esas expectativas... pero hay más tiempo que vida... algo así dicen ¿no?
-No vengas a darme falsas esperanzas muchacho, que después de la manera en que arruinaste todo, ya no se sabe si confiar o no en ti.- yo exploté a carcajadas, tanto por la expresión facial de mi padre, como por el motivo que me había llevado a casa y las grandes posibilidades que había de recuperar lo que María y yo creíamos perdido.
Así pasamos dos horas más hasta que pudimos pescar cinco miserables peces. Volvimos a casa para lavarlos y limpiarlos, los metimos en el refrigerador y sacamos la comida que había hecho mi madre. Para cuando terminamos eran las cuatro de la tarde y decidí salir para ir al fin a casa de María.
Eran las cuatro y media y me sentía molida de tanto gritar y bailar, habíamos estado coreando las canciones de los grupos invitados y entre pausas un montón de hippies me dijeron que quizá antes del anochecer comenzarían a partir a algún sitio aledaño de Liverpool; les había agradado y se ofrecieron para llevarme en su combi decorada, de esas que abundaban en esos años.
Al momento en que pude sentarme a descansar, me recosté en una de las tiendas de acampar improvisadas, me hidraté y seguía fascinada con mi entorno hasta que recordé que debía llamar a mi madre, ya que había decidido que seguiría el camino hippie.
Caminé cinco calles hasta llegar a una enorme avenida que pronto reconocí, en la esquina cercana había una cabina telefónica, entré y marqué; sonó tres veces la bocina hasta que mi madre respondió.
-Hola ma...
-Ah sí llamaste
-Te dije que sería responsable
-Lo aplaudo-ambas reímos -¿Y bien?
-He decidido continuar la ruta del festival, incluso se ofrecieron a llevarme- contaba un poco divertida.
-Me retracto un poco con la felicitación...
-Mamá...-ella rió un poco.
-Está bien, en cierta manera era algo que esperaba, de lo contrario pensaría que estás enferma o que hay algo realmente grave.
-Muy graciosa...
-¿Has comido ya?
-No, a eso voy...
-¿Te arriesgarás a probar los bocadillos de ese lugar?- la manera en que lo preguntó me hizo reír fuerte.
-No, creo que me apetece otra cosa, algo como una pre-merienda o algo así...-decía pensativa. Me había girado un poco para ver el exterior y al mirar con detenimiento la mitad del camino que creaba aquella acera, me encontré con un sitio bastante familiar. Sonreí ampliamente y con un cosquilleo casi adolescente me emocioné.
-Lo que sea mientras te alimentes
-Claro mamá ¿Y mi padre?
-Viendo el partido y tu hermano salió con sus amigos.
-No suena muy interesante...
-Para nada- ella rió –ahora me dedicaré un poco al jardín, eso es más relajante que el té...
-Si tú lo dices te creo. Nos vemos luego, avisas a mi padre, por favor. Intentaré llamarte antes de partir. Te quiero ma...
-También yo, pero no te despidas así que pareciera que no te volveré a ver.
-Dramática, muy dramática...
-Hasta luego, niña sonsa...
-Adiós mamá- reí y colgué para comenzar a caminar.
Y así mientras yo me dirigía casi saltando como caperucita hasta la tierra prometida, mi madre sacaba sus herramientas para comenzar con el jardín, ella estaba escuchando un poco de música en su pequeña radio, tarareaba un poco cuando de pronto una voz la asustó.
-Siempre he pensado que su voz es angelical- Mi madre con todo y su cara de “haber visto su vida pasar frente a sus ojos”, dirigió la mirada hacia la barda del patio para encontrarse con la divertida risa burlona de George.
-Harrison, no me asustes... además aquí el único que sabe cantar eres tú.
-Nos ayudan los efectitos que llegan a usar en los estudios... ¿puedo pasar?
-Claro- contestó mi madre con una gran sonrisa. Él entró para dirigirse hasta ella, a quien saludó con un tierno beso en la mejilla y un abrazo sincero.
-Así que también ama los jardines...
-Y no sabes cuánto... ven, hay algo que quiero mostrarte- mi madre tomó de la muñeca a un George que apreciaba con el alma, él sonreía ampliamente. Ambos entraron al mini invernadero de mamá.
Él observaba asombrado el pequeño espacio por su sencilla belleza y su adecuada adaptación, por encontrar desde cactus hasta orquídeas, mi madre se las había ingeniado muy bien.
-Es maravilloso- dijo sin quitar la mirada del rededor.
-¿Lo crees?
-¡Claro! Le ha quedado muy bien...
-Mi esposo me ayudó, él se emocionó diseñándolo, sacó su frustración de arquitecto- ambos rieron.
-Pues ambos se lucieron. Los felicito... debe ser genial compartir tantas cosas juntos- comentó casi suspirando, mi madre lo miró con cierta suspicacia y sonrió conmovida por ver aquello ojitos marrones tan emocionados con lo que veían y lo que anhelaban, recordándole así, al pequeño George adolescente del que alguna vez fue confidente.
-¿Y a qué se debe el placer de tu visita?- le preguntó.
-Principalmente quería saludarlos, pero creo que llegué en un momento poco oportuno y no quisiera distraerlos de sus actividades.
-Tonterías, sabes que siempre serás bien recibido
-Lo sé, muchas gracias- contestó sonriente y completamente lleno –En lo demás... vine a buscar a María, quiero hablar con ella, saber cómo está...
-Ah... entonces ya lo sabes- dijo mi mamá.
-Sí, espero que ella no esté sufriendo mucho...
-Extrañamente no- contestó mi madre saliendo del invernadero, intrigando a George, el cual la siguió hasta el exterior.
-¿No?
-Ella está muy tranquila, creo que se siente bien al saber que después de todo, las cosas se acomodaron. A veces hay situaciones que por más que intentemos evitar, están destinadas a ser- decía mi madre sonriente, siendo alusiva a la relación que llevábamos George y yo y él lo entendió a la perfección, lo que le hizo sentir más seguro al respecto.
-Eso parece...
-Por cierto, felicidades por el video y por la canción, supe que la escribiste tú. Es una hermosa declaración de amor. Qué lindo de tu parte...-Dijo tocando su brazo, George hizo un gesto de extrañeza.
-¿Cómo es que...?
-El sol es tan grande, con un ardor tan brillante... que no puede taparse con un dedo ¿no crees?- ambos se sonrieron –Pero ella no está aquí- se detuvo de golpe al recordar la intención de George.
-¿No?
-No, fue al festival de Hippies que se está dando en el centro...
-¿Y sigue ahí?
-Oh... no, no ella fue a otro lado a comer.
-¿Sabe a dónde?
-Mmm... no con exactitud- respondió mi mamá pensando y George se mostraba un poco desanimado –Es que María a veces da por hecho que yo sé de todos los lugares que recurre, antes de colgar sólo me dijo que iría a “el café de siempre”- dijo haciendo comillas y con cierta confusión. George al escuchar aquello recobró la sonrisa, pues el sabía exactamente a qué café me refería.
-¡Ah! Creo saber dónde está. Muchas gracias señora, la veré después, salúdeme a su esposo e hijos por favor. Muy lindo invernadero, por cierto.
-Hasta luego George, cuídate y si ves a María dile que use bloqueador, parece que ahí viene el sol- dijo señalando la puesta de sol, aunque mi madre siempre hablaba en metáforas. George asintió y salió veloz mente del patio para tomar el primer bus que se le cruzara para llegar hasta la zona céntrica y encontrarme a tiempo en el café de siempre.
Y en efecto, ahí estaba yo.

Comentarios

  1. Yo tampoco moriría por ir a ver a Mungo Jerry G_G jajajajaj me encanta la mamá de María y espero que George no la cague.

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