Abbey Road...#663


-Ya casi son las nueve y media- dijo Kate acercándose a Delilah, quien parecía corregir el estilo de algún texto.
-¿Ahora también darás la hora de manera personalizada?- preguntó Delilah sin mirarla, pues estaba concentrada en su trabajo, por tal motivo que Kate se acercara para indicar la hora, le pareció una extraña distracción.
-No payasa- contestó Kate un poco irritada -¿A caso no lo has notado?
-¿Qué cosa?- la pelirroja miró al fin a Kate
-María no está...- Delilah al fin miró hacia todos lados y hasta ese momento de percató de lo que Kate quería decirle.
-Es verdad... quizá se retrasó, posiblemente haya tenido alguna reconciliación con David después de sus peleas- respondió Delilah con desenfado.
-Oigan...- se acercó Sofía con un tono un poco extraño.
-Ya lo sabemos, son las nueve y media- contestó Delilah.
-María nunca llega tarde ¿estará bien? ¿Deberíamos llamarla?
-Tal vez sólo nos preocupamos demás, quizá está tomándose un día de descanso después de tanto estrés emocional- comentó Kate intentando poner un poco de orden en los pensamientos de mi prima.
-Tienes razón, más tarde la llamaré- contestó Sofía.
-Podemos visitarla, quizás quiera hablar con alguien- propuso Delilah.
-Suena mejor... continuemos entonces- respondió Kate.
Y en efecto, eran las nueve y media de la mañana, yo había despertado hacía media hora y el tren entraba al puerto, la mañana estaba un poco nublada pero el sol se asomaba  de vez en cuando; había un poco de neblina por las calles  y los campos, los cuales observaba sonriente mientras pensaba que era la primera vez que me iba sin avisar, no había llamado a la oficina, ni a mis amigas o a los Beatles, me estaba haciendo la desentendida, pero me tranquilizaba saber que ellas pronto sabrían que estaba en Liverpool, irremediablemente debían llamar en algún momento a casa de mis padres.
Observando el panorama, recargada en esa ventanilla pensaba que mi estancia en Liverpool sería breve, pero no volvería pronto a Londres, estaría fuera un tiempo indefinido aunque no por siempre; era la primera ver que no me sentía preocupada ni afligida, ver esas calles que  recorría al crecer me daban confianza y plenitud, reflexionaba sobre el tiempo que me até a Londres y pensaba en lo rápido que lo hicieron Montse, Alice y Pam; cada quien hace las cosas a su tiempo y había llegado el mío, dejando tanto para traer conmigo dos maletas, un suéter grande y un pequeño y delicado corazón roto.
Jugaba con mis manos y al mirarlas sentí mi mano izquierda y la miré sólo para contemplarla sin la sortija, aquella que me había dado la ilusión de comenzar una vida que sólo era perfecta en mi mente, no sabía si debía agradecer a John, pero al menos supe que había hecho lo correcto pese al dolor que implicaba la última decisión.
Y mientras yo suspiraba arriba de un tren que llegaba a casa, un cansado David Gilmour que estaba además, molido por la resaca, llegaba a su casa a las diez.
Entró y caminó hasta la sala para dejarse caer en uno de los sillones, sobó un poco su rostro y permaneció unos instantes recargando sus codos sobre sus piernas para dar apoyo a su rostro que continuaba hundido entre sus manos; posteriormente dirigió su mirada hasta el teléfono, encendió la contestadora y sólo encontró un mensaje de Ginger en el cual ella daba aviso de su visita sin éxito, además de agregar a la información otorgada que había estado charlando conmigo.
David se extrañó de aquello pronunciado pues jamás esperó que ambas conversáramos por tanto tiempo sobre nada, se levantó abruptamente y al tomar la bocina del teléfono fue que su mirada se encontró con una hoja de papel en color amarillo que dejé sobre la mesa de centro. Lentamente colgó, miró unos instantes la carta y se acercó hasta la mesa, se sentó y la tomó dubitativamente. Suspiró profundamente como intuyendo de qué iba la carta, la abrió y comenzó a leerla:

“Querido David:
He pasado esta tarde a tu casa asistiendo a tu llamado, me pediste que te viera porque querías charlar. No tuve suerte de encontrarte, pero sí tuve la coincidente suerte de encontrar a Ginger tocando a tu puerta.
Nos saludamos y puedo deducir que pronto sabrás que ambas hablamos.
Dave, esto es más difícil para mí que para ti y aunque sé que no es la manera correcta para hacerlo, me lo permito porque de otra manera, ninguno de los dos tendría el valor para esto.
David, querido David... nos doy la libertad. Me refiero, claro, a que doy fin al compromiso que teníamos de matrimonio; no te puedo mentir, charlar con Ginger abrió mis ojos, no sólo para darme cuenta de lo equivocados que estábamos, sino para percatarme de que tienes un verdadero amor y tristemente, dulce David, no soy yo.
También por otros labios me he enterado de que eres infeliz, sé que deseas vivir la plenitud de la música y la fama para después solicitar un poco de paz emocional y estás en tu derecho de quererlo y realizarlo... por eso te doy y me doy esta libertad.
Nos hemos querido, cariñosa y deseosamente, pero en ambos descubrimos sólo un escape emocional a una realidad que sólo hemos querido evitar, tal vez porque necesitábamos una pausa para sanar y ahora que lo hemos logrado, deseamos volver.
Querido David, gracias por hacer posible este amor perfecto, en algún momento nos encontraremos y podremos hablarlo con la calma requerida, pero ahora no nos engañemos, seamos felices. Lo siento, lo siento mucho, pero esa sortija no me pertenece. Te quiero, sin embargo ambos tenemos un primer y único amor. Suerte: para recuperar a quien en verdad amas.
Con cariño: María.”

Casi por instinto, David miró hacia la mesa de centro, donde encima de una pequeña y delicada carpeta descubrió la sortija que me había dado, la tomó y llamó a mi casa, en donde no encontró respuesta alguna; pensó en ir a las oficinas, pero sabía que haría un gran escándalo, así que no quedó más que volver a ese sillón que lo abrigaría durante esa tarde tan difícil.
Pronto encontró otra nota donde le decía a dónde me dirigía sólo para que no se preocupara ni preocupara a nadie más. Lo siguiente que hizo fue ir hasta su cuarto, encerrarse y dormir durante toda la mañana.
Mi llegada a casa no fue menos emotiva, afortunadamente en ella sólo se encontraba mi madre quien a verme ahí se extraño, miró hacia abajo y encontró mis dos grandes maletas, se detuvo a mitad de su pregunta al notar que bajé un poco la mirada... ladeó una sonrisa enternecida y:
-¿David?- preguntó
-Sí- respondí
-¿Qué pasó?- preguntó un poco preocupada.
-Mamá...-y fue lo único que pude decir, me solté en llanto, un llanto que guardé durante varias horas y que era fuerte de nuevo ahora que me encontraba entre los brazos de mamá.
-Hija... todo está bien, ya todo está bien. Ven, vayamos adentro- tomó mis maletas y entramos hasta la sala, ahí me acompañó durante media hora en silencio, mientras yo continuaba llorando y ella me traía pañuelos, un poco de agua y volvía a abrigarme con sus brazos. No pude haber tomado mejor decisión, ir con mi madre siempre era un acierto, no sabría qué hacer sin ella, tan comprensiva y cariñosa.
Después de todo el drama vino la calma, un poco de silencio y al final la charla.
-Terminé mi compromiso con él...-le contaba
-¿Puedo saber por qué?
-No hagas como si no supieras- respondí y la miré con cierto berrinche y ella sonrió un poco.
-No puedes venir aquí sólo a llorar y preocuparme mientras te guardas con recelo aquello que no sé.- me llamó la atención.
-No nos amamos y él no es feliz.
-¿Y tú lo eras?
-Eso creí- respondí honestamente.
-¿Puedo ser franca?
-Adelante, lo serás de todas formas...
-Yo... realmente nunca creí que estuvieras verdaderamente enamorada de David. Siempre intentaste mantenerlo a cierta distancia de nosotros, como si involucrarle más significara que su relación sería más formal cada vez. Además... Cuando nos presentaste te vi feliz de vernos platicar, pero no te involucraste con nosotros; sé cuando estás enamorada porque ya te he visto así y aunque parezca cruel que lo diga... David fue sólo un buen amante temporal que te ayudaría a sanar tus heridas y quizá lo fuiste para él.
Suspiré profundamente y aunque me enojaba un poco lo que mi madre decía, sabía que era absolutamente cierto, yo también había llegado a esa conclusión, pero me hacía sentir muy mal conmigo y con David y por eso prefería evadirlo.
-¿Se lo dijiste a papá? Es decir, él supor que David y yo...
-No- contestó mi madre sin mirarme a los ojos y creando una pequeña sonrisa que parecía amable –Después de charlar en tu habitación el día que conocí a David, supe que no debía adelantarme a la situación, por mis sospechas fue que prefería dejarlo en tus manos. Creo que fue lo mejor- Yo asentí y ella volvió a abrazarme.
Después de un rato más en silencio sentadas en la sala, me ofreció un desayuno completo, lo preparó especialmente para mí; pregunté por mi padre y mi hermano y recordé que uno estaba en la escuela mientras el otro seguramente tenía un día muy pesado en el trabajo. Mi madre se encontraba vacacionando pues la universidad donde daba clases de filosofía estaba en su periodo de descanso.
Desayunábamos juntas y ella me platicba sobre diversas cosas, como lo que había pasado en la universidad recientemente, su interés de hacer una especialidad de psicología, las locuras de mi padre y lo aplicado que era el menos de mis hermanos; también me platicaba de mi hermano mayor quien estaba realmente ocupado con su nuevo trabajo y pensaba en independizarse laboralmente, su esposa continuaba como Chef para una cadena importante de restaurantes en Gales y de igual manera, tenía planes para iniciar un negocio propio. Ambos invertirían en crear sus pequeñas empresas, así disfrutarían más del tiempo en familia y no tendrían que depender de los molestos jefes o las políticas a veces absurdas de sus sitios de trabajo.
Salimos al patio y me mostró la manera en que había diseñado toda la estética del jardín, lucía aún más hermoso que antes, era muy colorido, calido y elegante. Mi madre y su buen gusto, siempre. Me llevó de la mano hasta un pequeño, muy pequeño invernadero que creó junto con mi padre y donde ambos cuidaban nuevas plantitas, como cactus, margaritas y manzanillas.
-No sé cuánto tiempo estés aquí, pero me gustaría enseñarte a cuidar de algunas pantas.
-Mamá, sabes que soy pésima, hasta el cactus moriría en mis manos- ambas reímos.
-A George le habría encantado ver esto...-dijo de repente y muy sonriente, yo la miré con cierto disgusto, no quería pensar en George, no hora que sentía una gran necesidad de verlo, quería hablar con él hasta reventarle los tímpanos, él siempre escucharía todo pesar que yo tuviera, pero imaginaba que hablarle ahora de mi compromiso fallido quizá lo llevara a regocijarse en mi fracaso... o tal vez no. Volvimos al interior, subí a mi habitación con la única idea de dormir, sólo quería dormir el tiempo que me fuera posible.
Londres: eran las cuatro de la tarde en punto, la jornada laboral había terminado para mis amigas ese día que parecía ser tan ajetreado. Al finalizar se reunieron en la sala de estar y antes de que alguna pudiera decir algo, Sofía se adelantó.
-Llamé a María dos veces durante la mañana y en ninguna ocasión me contestó.
-¿De verdad? No es muy normal que haga eso ¿O sí?- preguntó Delilah.
-Quizá sólo estaba ocupada, deberíamos llamarle ahora.-Kate se acercó al teléfono de la recepcionista y llamó a mi casa, dejó pasar varias veces el timbre hasta que se recibió el mensaje de la contestadora.
-¿Nada?
-Nada...
-¿No será que nos está evitando?- preguntó Delilah
-¿Por qué habría de hacer eso?
-No lo sé, ayer se fue de las filmaciones de una manera muy extraña, no avisó a nadie más que a Harrison y hoy no sabemos nada de ella...
-¿Y si está en problemas?- preguntó de inmediato Sofía, alertando a las otras dos, pues siempre era la primera en preocuparse.
-Deberíamos ir a su casa...-propuso Kate.
-Pienso que primero la llamemos desde un teléfono público, así no sabrá que la llamada entrante es de la oficina. Esperemos que conteste.
Las tres salieron del moderno edificio para abordar el auto de Kate, ella condujo hasta la cabina telefónica más cercana y una vez encontrando una, bajaron de inmediato para realizar la llamada y fue Sofía quien se encargó de hacerlo. El teléfono parecía timbrar pero no obtenían respuesta del otro lado, cada una lo intentó y hasta entonces decidieron que lo mejor sería ir hasta mi casa.
Al llegar Kate estacionó el auto como pudo, no subieron ni las ventanillas, bajaron velozmente a tocar mi puerta y el timbre casi histéricamente.
-Olvídenlo, el buzón está cerrado...-señaló Sofía
-Demonios, ¿Ahora cómo sabremos qué sucede con ella?
-¡David! Seguramente está con él- dijo Delilah –Deberíamos ir a su casa sólo para cerciorarnos de que ella se encuentra ahí y si la encontramos, le damos una paliza.
-¡Oye! Tranquila- se quejó Sofía.
-Sabes que se lo merece...
-Bueno, quizás un poco- las tres abordaron de nuevo el auto de Kate y ésta condujo rápida y ágilmente entre las avenidas y calles de Londres hasta llegar a la bonita y discreta casa de Gilmour.
Al hacerlo vieron el auto de David ahí estacionado, las cortinas estaban abajo y parecía estar todo muy tranquilo, lo cual las hizo pensar que ahí no habría ni un alma en pena.
Cruzaron la avenida y primero intentaron calmar el fuego en sus cabezas, pues estaban muy nerviosas y molestas.
Una vez frente a la puerta de la casa, se miraron entre sí, respiraron hondo y Kate tocó, esperaron apenas unos segundos y al no obtener respuesta alguna volvieron a tocar: Kate la puerta y Delilah el timbre. Pronto vieron movimiento en una de las ventanas frontales, por lo que decidieron ser pacientes.

Escucharon las cerraduras girar lentamente, se separaron de la puerta y se irguieron, pronto aquella se abrió y al ver a David las tres hablaron al unísono sin percatarse antes del aspecto de Gilmour.
-¡David! María...
-No está, lo sé- las interrumpió antes de que pudieran gritar y alterarse más. Las tres enmudecieron casi al mismo tiempo en que gritaron, y al ver finalmente a David, lo encontraron irritable y un poco pesaroso.
-¿Lo sabes?
-Claro que lo sé, ella no desapareció...-contestaba un poco molesto y mirándolas y no.
-¿Está aquí?- preguntó Sofía aún confundida por las respuestas tan cortantes de Dave.
-No, ella no está aquí. Estando aquí afuera, les aseguro que esta casa está completamente sola- respondió mirando hacia el interior –totalmente vacía- contestó aún en un tono bastante solemne.
-¿Entonces dónde está?- preguntó Kate.
-¿Ya intentaron llamar a casa de su madre?- las tres relajaron su postura y se miraron un poco avergonzadas entre sí.
-Vaya... ¿Por qué está en Liverpool? ¿Por qué no estás con ella? ¿Ha pasado algo...?- Antes de que Sofía terminara esa última pregunta, David metió una de sus manos a su bolsillo y en cuanto estuvo afuera de nuevo, les mostró el anillo de compromiso que me había dado. -... Malo?- concluyó Sofía.
-Pero... pero...-comenzó a tartamudear Delilah por la incredulidad.
-¿Cómo es que...? ¿Cuándo? ¿Por... por qué?- preguntaba Kate. David las miró hasta ese instante y evidentemente molesto por la insistencia de mis amigas, además de su estado de ánimo que no era mejor por la resaca incluida, respondió.
-Ayer, muy probablemente en la tarde. Digo probablemente porque le pedí que viniera, pero no me encontró, yo estaba alcoholizándome con mis amigos en una estúpida fiesta. Se encontró con  Ginger aquí, es mi ex novia y ambas tuvieron una interesante charla... sólo dejó una nota y el anillo sobre la mesa.-Las tres no cabían en sí del asombro y ahora se sentían muy avergonzadas por importunar a David en esa situación.
-Lamentamos mucho venir a molestarte, no lo sabíamos...-se disculpó Kate.
-Entiendo, debía suceder, qué mejor que fuera rápido. Deberían llamar a casa de su madre si quieren saber cómo se encuentra. Si no hay más dudas al respecto, reclamo que me devuelvan mi privacidad- comentó ecuánime para no parecer grosero. Las tres asintieron y una a una fueron caminando de regreso al auto de Kate sólo para quedarse ahí en silencio.


No puedo creer que todo eso se lo estuviera comiendo María (la albañil) jajaja
¿Creían que se salvarían de leer la triste carta? ¡pues no!sólo recuerden quién escribe esto xD
Ahora sí a partir de este punto comienza la recta final, la verdadera la tipo documento escolar "final.definitivo.ok.sí" ajaja. Me da risa pensar que hace tiempo le decía a Joan que al escribir Abbey Road no me extendería tanto porque ""ya no tenía nada que escribir" pues "todo estaba escrito ya" ¡JA! y ella me dijo "sé que te extenderás, te conozco" y bueno, tenías la boca retacada de razón madre jajaja ya puedes reírte de mí ): 
No sé hacer las cosas de otro modo, bien pude haber escrito alguna película de Tarantino o de cine Ruso o Aleman jajaja.
En fin, gracias como siempre por sus bellos comentarios, pasen un lindo lunes :3 

Comentarios

  1. Pinche David chillón puñetas, osea las amigas están preocupadas no tenía porqué ser tan little bitch pero en fin, también lo entiendo. Por otra parte, la mamá de María se merece una estatua porque como buena mom ya sabía la realidad del asunto desde hace mucho y le dijo las cosas tal cual y sin filtros, pero también le dio el consuelo que necesitaba.

    Hoy ando muy reflexiva (tal vez es la cruda jajajaja)

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