● Something ●

Él no sabía cómo describir el significado tan distinto e importante que tenía ahora ese encuentro, porque ya no eran las cosas como antes y Sofi siempre nos hacía sentir que eran “como antes”. -Claro, no tengo nada que hacer... -No, pensándolo bien, será mejor que nos vayamos- dijo él mirando hacia afuera -¿Pasa algo?- preguntó ella preocupada... Él la miró y sonrió un poco divertido. -Es que traje a Martha conmigo... la dejé en el auto y de pronto perdí la noción del tiempo -Paul...- contestó Sofía, preocupada-tu perra debe estar muriendo ya por falta de oxígeno. -No, dejé los cristales abajo, un tipo de aquí cuida mi auto y de ella siempre que la traigo, esta vez no creí que tardaría. Si quieres podemos ir a un lugar abierto para que Martha corra y nosotros platiquemos- invitó pacifico y sonriente, Sofía sentía como que aquello no estaba pasando, y si estaba pasando, que no duraría mucho. -Me encantaría Paul- contestó sonriente muy a pesar de los raros pensam

Recibió su vaso, pagó y tal y como si la canción le indicase que algo estaba pasando ahí, miró hacia un costado (estando casi por irse) y la sorpresa de mirar esa cara conocida, tan solitaria y aturdida en aquel café poco habitado, la hizo detenerse; dubitativa regresó la vista hacia aquella mesa con un solo ocupante: un distraído y desaliñado Paul MCcartney... Pensó en llamarlo, pero el sólo decir su nombre en voz alta llamaría la atención de medio mundo y lo menos deseado, en aquel extraño encuentro, era rodearse de gente incómoda que molestaría a mi prima y al propio McCartney; dio unos pasos hacia adelante, pero no sabía si sería buena idea, no sabía si Paul la reconocería ya que el paso del tiempo le dio una nueva imagen y además no se habían visto desde hacía mucho tiempo, desde que él terminara con Montse, para precisar fechas. Ella recordó eso, que Paul ya no estaba con Montse y el simple hecho de encontrarlo ahí, solo, le causó cierta punzada en el corazón, cierto des

Octubre. De nuevo otoño, hojas naranja cayendo de los árboles, secas, frágiles y melancólicas; los fuertes vientos anunciaban gélidos abrazos al soplar y las calles Londinenses se vestían de colores cálidos; el sol brillaba como diamante y los atardeceres incitaban suspiros de armonía, cansancio o alivio. Los pasos crujían por las hojas en el suelo; las calabazas y las brujas, el púrpura, el negro y el anaranjado vestían los aparadores, algunas casas, patios y plazas. Épocas festivas... festividades adoptadas. Era octubre, de nuevo otoño, lo reitero porque para algunos, los días, los meses, el tiempo se volvían una insoportable e insulsa monotonía, aquel cuarteto del que mi cuarteto (mis amigas y yo) se había separado casi por relevo, se encontraba en la cuerda floja; el desinterés, las discusiones y las inconformidades y vacíos personales perjudicaban el futuro de la banda, unos estaban más preocupados que otros, los chicos pasaban más ratos a solas y lejos los unos de los otr

Busqué de nueva cuenta a Delilah, ella ya no estaba, de pronto se acercó un mesero con una nota: “No te preocupes tu cámara y yo estaremos bien. Disfruta tu noche”, solté una risita porque acerté y esperaba que pasara un buen rato, no tenía compromisos con nadie y todos debemos disfrutar. -Nos han dejado solos- comentó Colin -Será mejor que me vaya a casa -¿Traes auto? -No, vinimos en taxi -Permíteme llevarte -No, no te molestes -Pero si no es molestia. Todo lo contrario- Ambos nos miramos, conscientes de nuestra cercanía, él hizo por acercarse pero se arrepintió y miró hacia el suelo. Yo tomé su rostro e hice que me mirara, él estaba nervioso pero comprendiendo mis fallidos intentos por ser más atrevida, me besó. Acariciaba mis mejillas con delicadeza y nos sumergimos en un beso que me permitió sentir el calor de sus labios, sentirlos completamente, me besaba con tanta calma y detenimiento que parecía saborear aquel beso y yo sentía un sonrojo y un calor que aparecí

Encontré a Delilah, ella platicaba con Paul Atkinson de los Zombies... Ambos charlaban animosamente, yo sólo me senté ahí a un lado intentando calmar todo lo que antes habían movido en mí, pedí otro trago, le pregunté a Delilah por John pero Atkinson me contestó. -Se fue... -¿Cómo que se fue? -Alguien vino a avisarle que su hijo estaba enfermo, muy enfermo y salió inmediatamente. -¿Julian? Vaya, espero que no sea nada grave. -Al parecer fiebre -Entiendo... -Soy Paul Atkinson...- extendió su manó y sonreí porque ya lo sabía -María Monroe- de la nada apareció un chico pálido, de delgados labios rojos y facciones finas, se dejó caer en nuestro sillón y miró a Paul. -Todos hablan de drogas, al principio es divertido pero...- Atkinson le mandó una mirada que suplicaba no arruinar su momento con Delilah. -¿Ya conoces a María?- nos presentó -Hola, soy Colin Blunstone, te reconozco de las revistas- me saludó sonriente y cordial, se sentó a mi lado y le dio la esp

-Ya entiendo. Eric, no sé cuán estúpida me creas ¿por qué de todas las mujeres con las que se ha involucrado George, tenía que ser yo? -¿Qué? -Yo no te gusto, tú quieres hacer enojar a George tanto como él te hizo enojar con el malentendido de Pattie. -¿De qué hablas María? -Si quieres molestar a George busca a otra persona y déjame en paz- tomé su mano para darle el vaso y en ese momento... -Eric, los chicos te están... ¿María?- George nos encontró por accidente, me vio tomando las manos de Eric y a él casi pegado a mí. Bajé mi rostro y miré hacia un costado: lo que me faltaba. -¿Qué está pasando aquí?- preguntó George en un tono más serio y acercándose a ambos -¿No es obvio?- preguntó un Eric notoriamente alcoholizado -No, explícame- contestó George comenzando a molestarse -George...-él al fin dejó de clavar su mirada en Eric para mirarme a mí-olvídalo, ya me iba... -¿Te está molestando? ¿Estás bien?- preguntaba ansioso y molesto –puedo encargarme de él- Eric

-¿Qué no es esa una táctica de ligue? Maldición, no volveré a copiarle nada al abuelo- decía para hacerla reír y lo consiguió. Ambos caminaron hasta la barra y pidieron sus bebidas, yo decidí irme a la terraza y tomar ahí mi trago a solas, no me encontraba en el mejor de los humores... Delilah y John bailaron un poco y en momentos ella me buscaba con la mirada. -¿Esperas a alguien? -Oh... no- contestó cohibida -Parece que sí -Estoy buscando a María -¿María? ¿Está aquí? -Hasta hace un momento creí que sí, no la veo- ambos buscaban con la mirada por el lugar -Ya aparecerá, no debes preocuparte, ella conoce bien estas cosas. -Es que no me gusta que se desaparezca...- comentó molesta -Vamos, no te enojes tomatito- le dijo John acercándose a ella -No... estoy enojada- contestó nerviosa y John sonrió, aunque aquello no duraría. -¡John! Te he estado buscando, recuerda que me prometiste una entrevista- le decía un chico con una cámara y una libreta -Ehh...- dec

La invitación entregada a artistas y medios indicaba que posterior a la presentación de la película se realizaría una fiesta en el hotel Royal Lancaster, mismo lugar en el cual se inauguró una “discoteca” con el nombre Yellow Submarine. Delilah estaba emocionadísima de ir a la fiesta y yo sólo esperaba que no perdiera la cámara; cuando llegamos al hotel y entramos, los Beatles y el dueño del lugar ya esperaban a los invitados para cortar el listón; en los extremos de las puertas había un par de “Blue meaneis”, personajes distintivos de la película, mandé a Delilah hasta adelante para que consiguiera mejores fotografías, mientras yo la observaba desde atrás de la multitud, de pronto, a mi lado sentí una aterciopelada voz entrar por mi oído izquierdo, envuelta de un cálido aliento. -¿De quién te escondes?- era David Bowie, con los brazos cruzados, hablándome sin dejar de mirar al frente y agachándose un poco para susurrarme. -De nadie- contesté extrañada y un poco asustada por s

Pronto John y Paul llegaron juntos en el lujoso Rolls Royce del primero, era raro verlos juntos, con caras de no tener ni idea, pero a final de cuentas curiosos por el resultado, eran las primeras veces que dejaban verse sin Montse y Alice; los reporteros preguntaban por esas cuestiones: John se iba cuando mencionaban a Alice y Paul decía que “todo principio tenía un fin, y era hora de dar vuelta a la página y continuar”... No pude encontrarme con los demás Beatles, pero me acerqué a Delilah y nos quedamos viendo a los invitados, entre los cuales se aparecieron P.J. Porby, a quien no conocía como amigo de los Beatles, así como Alexander Young de GrapeFruit, sin falta Keith Richards quien tenía desde hace ya un tiempo un noviazgo con Anita Pallenberg; Twiggy también llegó y nos saludó entusiasta; Sandie Shaw también apareció y para mí fue rarísimo, sabía que los chicos la conocían pero no tenía idea de que fueran amigos y ella no se aparecía mucho por el círculo de estos, mas e

-Niños ¿ya saludaron a María? -Hola tía Monroe- saludo el pequeño Zak, yo me agaché para saludarlo, él me abrazó y saludé al pequeño Jason, de tan sólo un año de edad que no tenía ni idea de qué hacía ahí. -Me da gusto verlos pequeñines, les aseguro que amarán la película -¡Sí!- gritó con su inocente y mala dicción el pequeño Zak -María qué gusto verte, uno ahora debe tener suerte para verte- se acercó Ringo, mirando a Pam y cargando al pequeño Jason -Lo sé Ringo, lo lamento, he tenido otros asuntos por atender -Al parecer ahora no huirás, ¿cierto? -No, ya no- contesté sonriente, sabía que se refería a mi reciente plática con George -Espero que disfrutes la película, hay ciertas cosas muy curiosas al respecto -Ya he investigado... vaya engaño- él soltó unas risas fuertes, se veía tranquilo, se veía feliz de estar con sus hijos y de llevar las cosas pacificas con Pam, pensé que ambos eran afortunados y seguía sin entender su separación, pero hay cosas en la vida q

Nos dirigimos al London Palladion, donde sería presentada la película ya en aquellos bien entrados días de 1968; aquella sala fue la misma que había presentado ya tiempo atrás, los otros trabajos cinematográficos de los Beatles, cabe mencionarse que Apple hacía su debut estreno como “marca”.  Y como era de esperarse pero hace tiempo no sucedía, miles y miles de fans abarrotaron los alrededores del lugar para poder ver a los chicos y también a las demás luminarias citadas para disfrutar del filme, muy poca gente había conseguido los boletos que salieron a la venta o como regalos de cortesía. -¿Crees que hayan invitado a sus amigos de siempre? -A los de siempre y a los que conozcan en el camino- contesté -¿Crees que hayan invitado a los Floyd?- preguntó interesada -¿Con qué motivo?- respondí riendo, ya que Harrison no los toleraba... a Syd más bien y por ende odiaba todo aquello que a la banda se refería, Paul en cambio se llevaba bien con ellos, pero no irían, obviamente.